La sociedad red y la participación en la gestación y control de la política pública

29 de noviembre de 2013

Entre los resultados de varias de las tendencias de transición desde el sistema político de democracia representativa y limitada que ha prevalecido en las últimas décadas hacia un sistema más complejo, abierto y dinámico, se encuentran los que tienen que ver con el rol de la opinión pública, la rendición de cuentas y la participación social.

Durante décadas, la gobernabilidad democrática se asentó en la generación de consensos a través de la influencia de los gobiernos y actores políticos en la formación de la opinión pública, que en gran medida se basaba en el despliegue hecho en y a través de los grandes medios masivos de comunicación y la relación con los agentes de opinión, cuya acción unidireccional conformaba la percepción de grandes masas respecto de las actuaciones de gobierno o las posturas de los actores políticos.

Con el desarrollo de la era de la información y la sociedad red, tanto en las democracias más avanzadas como en sociedades con sistemas políticos distintos, los procesos de comunicación unidireccional dominantes en la fase previa han dado paso a situaciones nuevas, de millones de ciudadanos y ciudadanas conectados a medios móviles de interacción en red, con capacidades bidireccionales y abiertas de circulación de mensajes que han modificado la relación entre medios masivos, tradicionales generadores de opinión y la formación de la percepción pública o mayoritaria.

La opinión y la percepción pública ya no es un fenómeno de franjas mayoritarias y monolíticas alimentadas sólo o principalmente por los medios de comunicación masivos, unidireccionales. Como estableció Castells y nos recordara Ántoni Gutérrez-Rubí, hace algunos días, más que opinión pública ahora tenemos opinión compartida, cuyo proceso de establecimiento puede resultar tanto de lo colocado a través de los medios masivos y generadores de opinión pública tradicionales como de la formación de percepciones y estados de ánimo procedentes de la emisión de mensajes y del intercambio de puntos de vista entre millones de usuarios conectados a medios móviles en el espacio de las redes digitales.

El incremento del acceso inmediato a información relevante sobre las acciones de gobierno ha alcanzado niveles extraordinarios. La facilidad para filtrar información, procesarla, consultarla y validarla a través de estrategias crowd o de inteligencia de multitudes (muchas veces espontáneas o poco diseñadas), genera una situación de relatividad en la confianza hacia las fuentes y de incremento de las capacidades individuales de contrastar, discriminar, hacer feedback, retro informar e influir en la generación de información, mensajes, ideas, percepciones y estados de ánimo.

Este contexto, que se encuentra en una muy veloz evolución  e innovación en cuanto a estándares comunicacionales, ha afectado y está afectando la política. La capacidad de la gente de intervenir en la forma en que se genera y en el estado de la opinión pública, transformada y en transición hacia “opiniones compartidas”, ha hecho que cobren cada vez más importancia tanto la participación en los procesos de definición y decisión de las políticas públicas como la rendición de cuentas y la validación social de las estrategias y propuestas gubernamentales.

Esto explica por qué aun de manera informal o no vinculante, las administraciones más exitosas son las que sondean, consultan, toman en cuenta las percepciones y puntos de vista de los distintos colectivos que participan en la gestación de las opiniones compartidas, que son las que dan forma a la opinión pública. Una parte de estos procesos de retroalimentación se desarrolla a través de herramientas estándares y procedimientos formales propios del marketing político y del trabajo de relaciones públicas e influencia en la percepción: encuestas, sondeos, grupos focales y paneles.

Pero otra gran parte se gestiona de manera más intuitiva e irregular, utilizando más las redes sociales digitales y no digitales, la reputación y capacidad de llegada de personas influyentes o nodos en el tramado de las redes de información que nos rodean todo el tiempo y a todas horas.

Participación a través de diversos mecanismos de veeduría, desde los formalizados hasta los que se generan por la interacción en las redes sociales y la reacción rápida frente a mensajes y “trending topics” en las redes sociales digitales, procedimientos y normas de libre acceso a la información, creación de instancias de validación social de la rendición de cuentas, etc. Un nuevo universo de formas de participación en la creación de las opciones de política pública y en su puesta en ejecución y despliegue ante la sociedad, son todas, dinámicas de la acción de gobernar e interactuar políticamente que están cambiando la democracia y complementando la representatividad tradicional.

Es una transición difícil, que nos saca de las zonas de confort de la cultura política de los partidos y los medios masivos de comunicación, unidireccionales. La política ya no es lo que era, y pronto lo será mucho menos. Conviene que lo tengamos muy presente a la hora de pensar en el futuro político de corto y mediano plazo.

Porque es cierto que en la sociedad dominicana prevalece una gran mayoría de gente no conectada, pero ¿quién nos dice que los conectados y productores de la opinión compartida no lograrán una influencia de mayor peso entre los que están fuera de las redes? Es algo para reflexionar.

Publicado en Santo Domingo, en fecha 28 de noviembre del 2013, ver publicación en el Periódico El Día y en Noticias SIN en fecha 29 de noviembre 2013.

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