En nombre de la República

11 de enero de 2020

El pasado 7 de enero pronuncié mi primer discurso en la Audiencia Solemne que conmemora el Día del Poder Judicial. Fue leitmotiv la frase que encabeza nuestras decisiones jurisdiccionales: en nombre de la República. Esta aseveración subraya el hecho de que en nombre de las instituciones que determina el orden constitucional actuamos los jueces y juezas. Hoy me veo motivado a ampliar con algunas aproximaciones, con la idea de continuar agregando contexto al proceso de transformación que llevamos adelante desde el Consejo del Poder Judicial y la Suprema Corte de Justicia.  

Hay mucho para analizar en la brevedad de esa enunciación y hoy no voy a detenerme en la vigencia de su solemnidad. Las liturgias que encierra actuar, decidir y hablar en nombre de la República tienen relación directa con el respeto a sus disposiciones legales y marcos institucionales. Con la importancia que conlleva la tarea que hacemos diariamente. Pero sobre todo con la honra de unos valores que sostienen el modo en que nos organizamos para convivir, y sus razones.

Con un marco axiológico suficiente podemos impulsar aún más las agendas de trabajo que tenemos por delante: Visión Justicia 20/24. La tarea de transformar para poner a las personas en el centro del servicio de justicia requiere combustible para renovar la fe y las ganas todo el tiempo. Una mística que soporte y justifique el sacrificio que estamos haciendo. Para ello es oportuno apelar al sentido de la República y a dar mayor valor cívico a la palabra. Pues con el trabajo que venimos haciendo los casi ochocientos jueces y juezas del sistema de justicia y los servidores llamados a acompañar sus funciones, se concreta la nación a la que nos debemos todos y todas. La razón y motivaciones, los mecanismos y formas, las búsquedas y el trasfondo que representa y sostiene la función estatal y el ejercicio de nuestros derechos nos compromete a todos.

La mayor atención está y estará en soluciones pragmáticas a los distintos problemas señalados y sufridos por los usuarios. Para ello la judicatura dominicana requiere una apelación fundamental al sentido de su trabajo. Con ello se verán beneficiados los tribunales y todas las personas que requieren servicios de nuestra justicia. Porque el valor de la República es ser respetada y servida porque demuestra con hechos que puede respetar y servir. Su legitimidad va de la mano con servidores que la hagan legítima con sus acciones, con su proceder diario.  

La existencia de un sistema jurídico que protege la libertad y se fundamenta en el Derecho, en el peso de la ley como instrumento para cristalizar la voluntad soberana y legítima, descansa en nosotros. Es en ese marco de intercambio en el cual somos tercer imparcial los jueces y juezas, donde los tribunales deben ocuparse de ofrecer respuesta oportuna y con calidad.  

La energía transformadora de hoy tiene gran relación con la idea republicana de patria. El ánimo que nos impulsa a trabajar por mejorar la convivencia dando lo mejor de nosotros, siendo nuestra mejor versión.

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