Si, como dijera André Malraux, en esta era la política ha reemplazado al destino, quiere decir que las voluntades colectivas han sustituido al azar y a todas las determinaciones que apelan a la suerte o a sortilegios para determinar los rumbos del mundo, de una sociedad o de un país.
La posibilidad de optar activamente, es decir, de optar haciendo de nuestra decisión un acto de convencimiento de nuestros iguales y de los iguales de los nuestros, es en estos tiempos una posibilidad de actuar, de entrar en la acción como acto deliberado y comprometido.
Nuestra sociedad es convocada a decidir quién la va a conducir en la brecha que se abre ante nosotros. Es un momento de decisión, y lo que hagamos puede que determine si avanzamos o nos perdemos en el laberinto.
Mi elección no se fundamenta en simpatías, ni en propaganda ni en difusas nociones de que un candidato pega más, o es más popular o tiene más encanto.
Mi compromiso se basa en valores, en la valoración de las propuestas, en la trayectoria y carácter de cada candidato.
No opto por algo porque crea que va a ganar, sino que espero que mi elección resulte ganadora porque he optado y los que son como yo han optado por lo que creemos es lo mejor.
El destino al que aspiramos para nuestro país es la política: la política entendida como proceso de construir voluntad colectiva, compromiso colectivo.
Por eso mi opción es por Danilo Medina. Porque su oferta y su trayectoria me convencen, me hacen compromisario, me suman. Mi compromiso es un acto moral y espero que impulse a otros y otras a comprometerse también. Porque es lo que necesitamos como país. Hagamos posible ese destino en el acto político de impulsar la mejor propuesta: Danilo Medina.
Publicado en Santo Domingo, fecha 29 de junio de 2011, ver publicación en Perspectiva Ciudadana