Un gobierno es una organización, un conjunto de personas, reglas, relaciones y medios. Es una especialización de la sociedad; un grupo de personas seleccionadas para hacerse cargo de los intereses generales o el bien común.
Un gobierno debe ser pensado como un servicio. Debe proveer la sensación de seguridad, de que alguien está a cargo de la nave y la lleva a buen puerto.
Cuando una sociedad acepta y se acostumbra a no tener un buen gobierno, cuando la gente percibe que el gobierno no provee identidad, sentido de dirección y seguridad, pierde la confianza en la propia capacidad de hacer las cosas bien.
Esa pérdida de autoconfianza que se manifiesta en la percepción del gobierno como algo ajeno y externo a sus intereses, denota una profunda crisis social y política. Lo que alguna escuela de las ciencias sociales ha denominado anomia.
Tener un buen gobierno es un derecho. Es más, en estos tiempos, el principal derecho ciudadano, democrático y humano. De él depende prácticamente todo lo demás. Las personas a las que se han encargado las funciones de gobierno mediante el proceso electoral o mediante designación, tienen una obligación con toda la sociedad: restaurar la confianza, proveer un sentido de dirección al país, generar la sensación de que nuestros asuntos están en buenas manos. Es nuestro derecho que nos gobiernen bien.
Las autoridades electas en las pasadas elecciones y aquellas cuyo mandato no termina hasta el 16 de agosto de 2012, deben hacer conciencia de que la sociedad dominicana está atravesando por una crisis de sentido, de visión y de dirección. Ellas tienen la responsabilidad de cambiar esa percepción. Deben entender que tenemos derecho a un buen gobierno, pues para eso se les eligió. Que cumplan entonces con su tarea.
Publicada en Santo Domingo, fecha 07 de Julio 2010, ver Publicación en Perspectiva Ciudadana
