Una tarea difícil y urgente

9 de mayo de 2020

La virtualización de la justicia es un proceso que se perfilaba. Las necesidades especiales del presente no han hecho más que adelantarnos en ritmo y velocidad. Sin embargo, el tipo de transformación que esto producirá, los valores que integran esta conversación de usuarios internos y externos estaban ya sobre la mesa. Un proceso complejo sostiene la ruta de la Justicia. Primero, reconocimiento y levantamiento de información sobre el estado del sistema, meses captando la mirada de la justicia de los actores más relevantes del sistema. Juezas y jueces, servidores, usuarias y usuarios externos, ciudadanas y ciudadanos, profesionales de diferentes ramas, orígenes y jurisdicciones pudieron involucrarse en la tarea de definir nuestro “hacia dónde". Otros meses de procesamiento, comprensión, análisis y adecuación interna. Un proceso técnico y dinámico que dio como resultado lo que llamamos Visión Justicia 20/24.

Ese conjunto de ideas y propuestas para optimizar el funcionamiento de la Justicia dominicana y mejorar su respuesta a las problemáticas que presenta no queda sepultado con el COVID-19. Al contrario, su naturaleza abierta y participativa se potencia, como su vocación de eficiencia, reducción del gasto, del impacto ambiental y aprovechamiento efectivo del espacio y los recursos a disposición del Poder Judicial. Las ideas que se convirtieron en ejes, líneas de acción y procesos con calendario y áreas y personas responsables hoy son una bandera que levantamos para que la República Dominicana pueda asegurar su Estado de Derecho. 

Nuestra prioridad era y es un sistema concebido para atacar la mora judicial, las trabas para el acceso, las distorsiones del manejo de criterios jurídicos que podían afectar al sistema, entre otras dificultades. Cada jueza y cada juez se involucró con la tarea de impulsar un sistema de justicia para todas y todos, oportuno y eficiente y capaz de atender con prioridad a quienes tienen alguna vulnerabilidad ante el sistema. Hoy ese escenario se replantea por una necesidad de comprender que todos somos de algún modo vulnerables.

El avance hacia una mayor dignificación del Servicio Judicial depende de levantamiento, mejora y sistematización de procesos y prácticas. Y sobre todo de la apertura y flexibilidad con que enfrentemos la realidad presente. Ahora necesitamos templanza, armonía y conexión en el camino para hacer ajustes ante la incertidumbre. Y eso estamos haciendo. Acercar los planes a la contingencia requiere de aportes técnicos, tecnológicos, jurídicos, ideas en discusión, capacidades y habilidades compartidas de toda la comunidad jurídica.  La tarea es difícil y urgente. La misma va acompañada  por la Escuela Nacional de la Judicatura la cual desempeñando un rol importante en facilitar capacitaciones  de este proceso transformador  de la justicia. 

Hace falta una reorganización de las áreas que hoy no pueden ser rígidas y estructuradas, por motivos de tiempo y posibilidades materiales. Estoy seguro de que tendrá que ser suplida por mecanismos de trabajo claros, unificados y acordes con la legalidad, pero con un importante cambio de perspectiva en la cultura laboral. Hoy es relevante la participación interesada de quienes van a ser protagonistas de este cambio (actores del sistema en todas sus vertientes y su necesaria articulación transversal). Es una construcción compartida y requiere un cambio de mentalidad, de modos, de expectativas, de búsquedas. Hoy más que nunca debemos comprender que la respuesta del sistema no puede ser de una sola parte de este. Es tiempo de componer mecanismos que termine adaptando el sistema a la realidad presente, a sus nuevas necesidades, y a reconvertir las capacidades. 

La sociedad espera que el Poder Judicial responda, sustente la nueva forma de atender y resolver problemáticas y que se haga en tiempos acordes al mundo en que vivimos, que esté a la altura de las necesidades de la República. Las herramientas que estarán al servicio de los servidores judiciales, de las juezas y jueces, tienen un punto de partida: la respuesta debe ser del presente para el futuro. 

Volveremos con más entusiasmo y ganas de vivir. 

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