La experiencia de hacer los programas y ofertas de gobiernos vinculantes está avanzando en varios países latinoamericanos.
Todavía se circunscribe al ámbito estatal o municipal, pero lo que iniciativas como el voto programático y los planes meta están demostrando es que es posible comenzar a hacer política más allá de la demagogia y de lo que aquí denominamos chercha.
Es cierto que aquí, todavía “el pueblo no vota por programas”. Pero sí puede votar por un conjunto articulado de propuestas bien fundamentadas, coherentes y bien comunicadas. Y de eso se trata, de que el proceso electoral no nos ahonde en nuestros peores rasgos y situaciones, sino que nos impulse hacia mejoras posibles.
Con una comunicación política basada en el relajo y la diatriba no se contribuye a eso.
Por otra parte, cuando una propuesta política y un liderazgo es capaz de convocar a un conjunto de intelectuales, técnicos y pensadores para elaborar a grandes rasgos las propuestas acerca de lo que es necesario hacer en el país, acerca de cómo se armonizarán las restricciones y las posibilidades, los deseos y aspiraciones de la sociedad con el uso más efectivo de sus recursos y capacidades, entonces se demuestra que se está tomando en serio al país y sus necesidades.
Lo otro, lo impertinente, puede mover a risa y atraer a aquellos que no están dispuestos a tomar las cosas con rigor. Pero no puede conducir a una nación hacia su desarrollo. No nos equivoquemos. Nosotros sí queremos votar por programas.
Publicado en Santo Domingo, fecha 17 Agosto 2011, ver publicación en artículo del Periódico