Sociedad civil y vida política

10 de noviembre de 2011

Quienes actuamos con cierta intensidad, y al mismo tiempo, tanto en la vida política como en la sociedad civil dominicana, estamos asistiendo a una situación compleja que no deja de producir perplejidades.

Por una parte, la coyuntura electoral, para los que hemos asumido públicamente una opción o compromiso, define marcos de actuación en las estructuras, los movimientos y los tiempos del quehacer político estructurado con cierta verticalidad en una cultura política en la que predominan los partidos.

Mientras tanto, poco a poco, gradualmente y desde hace más de una década el germen de una activa ciudadanía democrática ha comenzado a prender entre la gente de mi generación y los más jóvenes, propiciando la creación de redes de actuación pública que comienzan a confrontar de forma cada vez más decidida a un sistema político que no ha estado respondiendo a apelaciones ciudadanas, sino construyendo y reconstruyendo su hegemonía sobre la base de prácticas como el clientelismo y adhesiones basadas en intereses particulares y no transparentes.

Se podría afirmar que los que viven como yo la política y la actuación en la sociedad civil en cierta forma estamos escindidos. Pero no. Me consta que los que estamos ante este aparente dilema somos muchos. Y del diálogo en búsqueda de respuestas y la reflexión hemos comenzado a ver que en realidad no estamos divididos entre un ser de la sociedad civil y otro que actúa en la sociedad política, sino que son roles, a veces simultáneos y a veces sucesivos.

Creo que podemos vivir en ambas esferas de la cotidianidad de nuestra sociedad sin que nos fracturemos: la clave está en una ética, en unos valores que dan sentido al actuar en uno y otro ámbito.

Nuestras redes de seguridad en este caso son redes morales. Se trata de valores.

Publicado en Santo Domingo, en fecha 10 de noviembre del 2011, ver publicación en el Periódico El Día.

 

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