"Ser más para servir mejor"

12 de octubre de 2019

Hoy fui el orador invitado de la 59 ceremonia de graduación del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), donde tuve la oportunidad de contar mi experiencia de servir, a los 636 graduandos que fueron investidos.

Mirando los rostros de los nuevos profesionales que esta universidad entregó a la sociedad dominicana, me llené de orgullo, de mucho orgullo, porque al conocer de la calidad académica de INTEC, estoy seguro que para estar ahí, investidos como profesionales de distintas áreas del saber, debieron realizar un arduo trabajo y dedicar largas jornadas de estudio.

INTEC es una escuela para quien quiere ser bueno gestionando, transformando e innovando. Una universidad que cuenta con modelos de gobierno de gestión que son un referente de organización. He podido conocer a fondo sus modelos educativos y administrativos, sus métodos de trabajo. Me atrevo a asegurar que en todos resalta la devoción por lo bien hecho, el rigor y la calidad.

En INTEC es notable el espíritu de respeto y horizontalidad, la consideración del valor, del mérito y el trabajo duro. INTEC es un compromiso personal con hacer más, pero sobre todo, con “ser más para servir mejor”.

Hablo de servir porque servir ha sido precisamente lo que me ha apasionado, servir a los demás fue lo que aprendí de mi papá. Tengo 52 años y desde los 15 años comencé a militar en el Movimiento Estudiantil de Concientización (MEC) donde me convencí que al servir a las personas, en especial a los más necesitados, estoy contribuyendo a que cada día tengan la oportunidad de crecer y desarrollarse.

Me tocó servir en el  Centro de Asesoría e Investigaciones Legales (CEDAIL), en el Comisionado de Apoyo  para la Reforma y Modernización de la Justicia. Luego, en 1998 desde la Escuela Nacional de la Judicatura, en el Poder Judicial que hoy presido. Entonces fueron 12 años de servicio para formar jueces y juezas y con ello contribuir a que el país cuente con una carrera judicial de gran calidad y nivel.

Toda vez que me ha tocado estar al frente de una nueva gestión he comprendido, en la práctica, que hay que aprender a comenzar muchas veces. Entonces, la constancia, la paciencia y el trabajo se convierten en las herramientas más efectivas para garantizar el trabajo bien hecho.

Cada uno de nosotros tiene una manera de hacer las cosas. INTEC, tiene en su manera de hacer, una filosofía respaldada por una estructura para poner las capacidades a disposición de la sociedad y los estudiantes. Porque el enfoque de su currícula, el gran nivel de su profesorado, la calidad de su personal de dirección, el vigoroso ritmo de trabajo de su Consejo Académico, así como de su Junta de Regentes, son muy elocuentes.

INTEC es una institución educativa en constante cambio para hacerse más útil, para aportar más. De ella pude aprender, también, en la práctica, el espíritu de la colmena.

Para Marco Aurelio «lo que no es útil para la colmena no es útil para la abeja». La abeja es honrada porque no trabaja solo para ella, sino para todas, escuché por ahí. La abeja comprende su rol y se siente parte y la miel como esencia sostiene el resto. Disfrutan las abejas… del trabajo y de fecundar, crear, hacer florecer.

INTEC es también un espacio de democracia. Y la democracia es responsable. Por eso su gestión promueve integridad. Para la rendición de cuentas, la universidad tiene un sistema efectivo. Pesos y contrapesos para la toma de decisiones. Procesos que separan el Consejo Académico de la Junta de Regentes. Que vinculan la acción deliberada de mostrar con responsabilidad el modo en que se usan los recursos. Un verdadero ejemplo de eficiencia y transparencia.

La visión de invertir con trabajo en las personas, en sus estudiantes egresados que son sin duda los grandes protagonistas, es un sello de INTEC. Para que con su interacción con las ciencias sociales y las matemáticas puedan aportar a construir un orden dirigido a mejorar. En ese escenario las ingenierías hablan con la medicina. Vale decir que lo social a través de los números, de la racionalidad, es más equitativo y con mayor alcance.

Algunos de los graduandos en algún momento de sus carreras pudo haber pensado que en INTEC la vida es difícil. Pero la vida real es más difícil que INTEC. Y enfrentarla no puede ser un trabajo con peso, sino haciendo de la ciencia, de la pericia adquirida con el trabajo, un facilitador. Porque ese esfuerzo termina siendo un legado personal, un esfuerzo individual que no está desconectado y que construye, aún en el silencio, una nueva visión. 

Estoy seguro que INTEC ha dejado en esos jóvenes un legado incalculable: la formación en procesos sociales. Un aporte que brinda marcos de sustento, real sustento, a los debates democráticos. La pericia técnica y su relación con el entorno, la capacidad analítica. Todo esto forja un nuevo marco que va de la mano con la excelencia compartida y el trabajo. Esos nuevos profesionales deben saber que son en sí mismos un aval de la República Dominicana y son el legado de INTEC a nuestro país.

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