Para quienes prestan atención a la vida política del país, cuyo interés es la comprensión, la interpretación o el análisis de los hechos y sus significados, los tiempos actuales se caracterizan por múltiples ambivalencias.
Mientras se repite el clima de agobio político que fuera propio de los períodos electorales de los regímenes encabezados por el doctor Joaquín Balaguer, también se dan condiciones para una nueva versión de la coyuntura del 2000, en la que se enfrentaran Danilo Medina e Hipólito Mejía ambos por los mismos colores políticos que les sirvieran de emblema entonces, pero con significados distintos. De la coyuntura del 1996, se reitera la necesidad de un restablecimiento y redefinición política del llamado centro derecha, vaciado de contenido propositivo y diluido en el proyecto reeleccionista del Presidente de la República, incapaz de convocar y convencer alrededor de una propuesta y visión de país.
La de Mejía y una eventual candidatura de Danilo Medina no son nuevas, pero esta vez representan, ambas, una alternativa tanto al estilo como al clima político característicos de las administraciones de Fernández; sin embargo, ni el uno ni el otro encabezan aún ni la recomposición del centro derecha ni de los segmentos liberales alejados desde hace años de la práctica política activa.
Aparentemente corresponderá a la generación política representada por gente como Ito Bisonó entre los reformistas, Luis Abinader entre los perredeistas y Domínguez Brito en el PLD, encauzar a sus partidos y electorados hacia posturas más coherentes y menos ambiguas que las actuales. Así como Hipólito Mejía y Danilo Medina quizás tengan la oportunidad de desbloquear el sistema político y restaurar las condiciones para que éste siga modernizándose.
No obstante cabe la pregunta acerca de si los nuevos actores harán la política que necesita el país o reproducirán otra vez lo mismo.
Publicado en Santo Domingo, fecha 30 de Marzo 2011, ver publicación en Perspectiva Ciudadana.
