Para elCaribe-CDN constituyó un honor haber contado con la presencia, en el relanzamiento de su entrevista-almuerzo semanal, del presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), en una conversación de la que salimos persuadidos de que esa alta corte es una suerte de dínamo de los cambios que se verifican en el Poder Judicial.
Así lo atestiguan sus revelaciones sobre la reducción significativa de la mora judicial (¡Qué bueno eso, por aquello de que justicia tardía es justicia denegada!), y de la estricta y casi automática aplicación del escalafón y de las evaluaciones por desempeño, además de la mejora del acceso a la Justicia, sobre todo de los sectores más vulnerables.
Con Luis Henry Molina hablamos en abundancia de la masificación, ayudada por la pandemia del coronavirus, vaya paradoja, del uso de las tecnologías de la información y la comunicación, lo que se ha convertido en una herramienta salvadora.
Algo nuevo, lo que el presidente de la SCJ asume como uno de los aportes de su gestión, es la publicación y disponibilidad de datos en línea y los progresos habidos en la modernización del registro inmobiliario, lo que incluye la digitalización y un servicio transparente.
La verdad es que el magistrado Molina nos dejó satisfechos y ojalá que así puedan apreciarlo amplios sectores de la sociedad dominicana, principalmente su parte más sana, que es aquella en la que abunda gente comprometida con un futuro mejor para la nación, que no pretende protagonismo ni pasa factura, que rehúye expresamente la figuración pública y no desespera por ganar titulares.
Si quitamos de por medio las generalizaciones, la absolutización de verdades parciales y la magnificación de hechos aislados; si las redes sociales no fueran el termómetro para medir la judicatura, se podría concluir, aunque es largo y nada llano el trecho por transitar, que en el Poder Judicial no hay retrocesos y sí ostensibles progresos.