En múltiples aspectos de la vida pública dominicana tenemos un problema de insuficiente cumplimiento de la normativa existente así como de exceso de leyes, reglamentos y decretos, duplicidad de órganos responsables y sobreposición de los mismos.
En varios aspectos necesitamos menos normas pero que realmente se cumplan. El incumplimiento debería estar severamente sancionado. No es posible que la negligencia o el descuido de un funcionario de cualquier nivel no tengan consecuencias.
Necesitamos que se ejecute efectivamente la función de verificación y control de las actuaciones de gobierno, pero por órganos independientes, que no sean juez y parte.
Pero lo que más requerimos es desarrollar el apego a la norma, a la legalidad, por todos los actores de la sociedad. Pero eso comienza en las más altas instancias de gobierno.
Precisamos confianza, y un liderazgo que trasmita prudencia, templanza, discreción y que no pueda ser imputado de connivencia con comportamientos inadecuados, ni de afición al escándalo.
Necesitamos más realidad y menos espectáculo.
Publicado en Santo Domingo, fecha 30 de septiembre del 2011, ver publicación en Noticias SIN
