Juan Pablo Duarte

26 de enero de 2021

A su camino debemos el ejemplo de desprendimiento, constancia y firmeza por los ideales. En su memoria continuamos levantando diariamente la República. En su firmeza de principios y objetivos contamos con enseñanzas inolvidables. Fue el maestro de maestros de cualquier mujer y hombre público que quiera servir con dignidad. Pues supo darlo todo, literalmente, para ver consagrado su sueño de liberar a los dominicanos y dominicanas del yugo haitiano. 

En su afán separatista, Duarte se enlistó en el ejército haitiano y respaldó la “revolución reformista" contra el gobierno de Boyer.  

Puso bienes y fuerzas al servicio de la causa. La fundación de La Filantrópica, La Dramática y La Trinitaria dieron forma y sentido de acción a un sentimiento que se venía gestando entre los jóvenes dominicanos: la necesidad de hacer independiente nuestra nación, que sufría los desmanes del déspota Boyer. Eran organizaciones cívico-político-militares que, a la vez que difundían el mensaje de libertad y hacían oposición a la ocupación militar haitiana, aglutinaban activistas por la causa dominicana.  

Juan Pablo Duarte y Diez supo inspirar los valores y búsquedas que moldearon la República Dominicana, acogidos en la Constitución en 6 de noviembre de 1844Ideas que conciben una nación libre, con un gobierno civil y republicano, constituido por un sistema legal de pesos y contrapesos y ejercicio libre de los derechos ciudadanos.  

Su amor a la patria y su empeño por empujar su sueño antes que detentar poder lo convierten en una figura digna de emular. Rechazó presidir la primera junta gubernativa, demostrando su desprendimiento y dando paso a Bobadilla. A quien luego combatió junto a los liberales. Posteriormente sufrió persecución y exilio en los gobiernos de Pedro Santana, quien insistía, hasta lograrlo, en la idea de anexarnos a España.  

Su estratégica participación en acciones políticas habla de sus capacidades. Y, aunque muchos, en desconocimiento de la historia, hablan de falta de ambición por el poder como debilidad, la realidad es que Duarte siempre cedió con el objetivo de evitar la división de los dominicanos, que terminaría en el fortalecimiento de las fuerzas haitianas ante nuestra nueva nación.  

“Sed justos lo primero, si queréis ser felices”, una de las frases que se le atribuye, es de gran utilidad para el presente. Sus ideas, sin sofisticaciones, sostiene una de las tradiciones más nobles del pensamiento dominicano.  

Duarte dejó lecciones de vida, amor y sacrificio por la patria. Su ejemplo es un horizonte de civilidad y compromiso. Honremos su memoria y su dignidad de hombre público con nuestro trabajo diario.  

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