La educación de calidad es un requisito esencial para el desarrollo humano y una vida digna. Y, como resultado previo, para la competitividad de nuestra economía. De eso está más que consciente la sociedad dominicana. En el Estado: declaraciones de las autoridades, desde el Presidente al Ministerio de Educación, confirman esta aseveración. En la sociedad, con sus diversos actores, el movimiento social de demanda más importante de las últimas décadas precisamente ha surgido alrededor del reclamo de mayor financiamiento para que nuestros niños, niñas y adolescentes puedan tener una educación digna.
Las políticas públicas generadas con mayor consenso, como la estrategia nacional de desarrollo, indican con toda claridad que la educación tiene que ser una prioridad nacional. Lo mismo afirman los estudios más recientes y prestigiosos sobre el desarrollo económico y social de nuestro país.
En estos días se discute o prepara la discusión sobre el presupuesto público para el año próximo. Y, por ejemplo, los candidatos presidenciales a las próximas elecciones firmarán un compromiso concerniente a la educación.
Se conoce que, en torno al presupuesto, se plantea una asignación al financiamiento de la educación pre universitaria que oscila entre el 2.7% y el 3.1% del PIB. Esa asignación sería un incremento significativo pero insuficiente. Todos los análisis y escenarios planteados por documentos como el de Capacidades y Derechos del PNUD, los informes Attalí y de Harvard, precisan que la asignación debe alcanzar lo que dispone la ley, el 4% del PIB.
Para mejorar la calidad de los maestros en la medida necesaria, para mejorar la dotación de mobiliario y equipo de las escuelas, alcanzar la cantidad mínima de aulas, extender los horarios, mejorar la alimentación escolar, etc., hace falta más. Un esfuerzo de creatividad y de reducción de subsidios generalizados lo permitiría. Hagámoslo posible. Por la Educación, Ya!
Publicado en Santo Domingo, en fecha 7 de septiembre de 2011, ver publicación en Perspectiva ciudadana
