Sí, una voz menos, porque mientras más seamos los que nos sumemos a la demanda del 4% del PIB para la educación, serán menos las voces que faltarán a la coalición de personas, entidades, sectores sociales y económicos que se está construyendo para que, por fin, definitivamente, emprendamos el camino del desarrollo humano.
Nuestra clase política, en su inveterado diálogo para su propio consumo y por su propio interés (la nuestra no es autista, sino parcialmente sorda) ha dado muestras de que todavía no va a escuchar el reclamo que crece de que el financiamiento a la educación alcance la cota del 4% del producto interno bruto. Pero la manifestación tranquila, sosegada, del reclamo, crece. A ella se integran cada vez más sectores y representantes de quienes hemos entendido, como nos señalaran el Informe de Desarrollo Humano 2008 y el estudio sobre la Política social: capacidades y derechos, que la brecha social y económica que marca nuestro desencuentro con las naciones que han emprendido la senda del verdadero desarrollo está signada por los déficits de nuestro sistema educativo. Eso es lo que hay que corregir.
Necesitamos una voluntad ingente, sostenida, dedicada, innovadora, creativa, valiente e imbuida de ideales y fe en el futuro: esa es la naturaleza del esfuerzo educativo que requiere esta sociedad. Y es la índole del movimiento social amplio y diverso que se está constituyendo para reclamar y conseguir que la inversión en educación y la transformación del sistema educativo se obtengan con urgencia.
El camino se ha iniciado: un despliegue de innovación y vocación que antes no hemos visto en los reclamos de cambios en nuestra política pública ha comenzado a organizarse alrededor del 4% para educación. Lo que ha comenzado marcará un antes y un después. No desmayemos!
Publicado en Santo Domingo, en fecha 17 de noviembre de 2010, ver publicación en Perspectiva Ciudadana
