Discurso XXXIV Juramentación de Abogadas y Abogados, en honor al Doctor Wenceslao Vega

24 de octubre de 2024

Hoy nos encontramos en un momento de gran trascendencia para el sistema judicial de la República Dominicana. Con esta Audiencia Solemne, celebramos el ingreso de un nuevo grupo de abogadas y abogados que, tras años de esfuerzo académico y dedicación, inician un camino lleno de desafíos y oportunidades. La profesión jurídica demanda un compromiso inquebrantable con la justicia, la integridad y el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas. La labor que emprenden será fundamental para la construcción continua del Estado de Derecho en nuestro país.

Este es un día de profundo significado para cada uno de ustedes. El logro que celebramos hoy no es únicamente la obtención de un título y el derecho a trabajar en los tribunales. Se trata del inicio de una nueva etapa cargada de responsabilidad. Ustedes, como nuevos profesionales del Derecho, tienen ahora la posibilidad de poner en práctica todo el conocimiento adquirido y, a través de su trabajo diario, contribuir al perfeccionamiento de nuestro sistema judicial. En sus manos está la capacidad de influir en el desarrollo de una justicia que sea realmente equitativa y accesible para todos.

Ejercer el Derecho no se limita a aplicar los conocimientos jurídicos, sino gestionar la realidad que nos rodea con una visión crítica y responsable. Para ello, deben estar siempre en constante actualización, ya que el Derecho, como toda disciplina viva, evoluciona junto con la sociedad. Solo a través del estudio continuo y el perfeccionamiento profesional podrán llevar el Derecho a su máxima expresión en beneficio de las instituciones y los derechos de las personas.

El compromiso que hoy asumen no se limita a una búsqueda privada y profesional, sino que está profundamente conectado con los mejores intereses de la nación. El Derecho, al ser una herramienta de cohesión social, está intrínsecamente ligado a la defensa de lo más sagrado de la vida en común: los principios que sostienen la convivencia.

Es aquí donde el Derecho demuestra su relevancia. La ley, como límite al uso desmedido de la fuerza, es el principal garante de la convivencia pacífica y el respeto mutuo. Este es el verdadero sentido de la justicia: construir un entorno en el que todas las personas, sin distinción, puedan vivir con dignidad y seguridad.

Por estas razones esta Juramentación de Abogados se realiza en homenaje al doctor Wenceslao Vega Boyrie, una de las figuras más destacadas por su aporte a la Historia del Derecho. Dedicamos esta Audiencia de Juramentación a su legado, reconociendo la importancia de su obra y su impacto en la evolución de la profesión jurídica.

Wenceslao Vega no solo ha sido un destacado jurista, sino un luchador por la justicia y la democracia en resistencia a la dictadura, lo que le costó incluso perder su libertad en tiempos represivos. Es un profundo conocedor de la evolución histórica del Derecho y la Justicia en la República Dominicana. Su obra cumbre, “Historia del Derecho Dominicano”, sigue siendo un referente obligado para quienes buscan entender cómo se ha desarrollado nuestro sistema de justicia desde la época colonial hasta la contemporaneidad.

Por eso la Suprema Corte de Justicia le solicitó que recogiera los pormenores del recorrido en el tiempo de la institución judicial, con la “Historia del Poder Judicial dominicano” escrita junto Américo Moreta Castillo.

La contribución de Vega al Derecho dominicano va mucho más allá de la descripción histórica de los hechos. Su obra nos invita a reflexionar sobre el rol del Derecho en la construcción de una sociedad más justa, equitativa y democrática. Wenceslao Vega comprende que el mundo jurídico no es estático ni inmutable. Enfoca los procesos en que nuestro país evolucionó y se adaptó a los cambios sociales, políticos y económicos en cada época.

Estudiar la historia del Derecho no es un ejercicio meramente académico. Es un compromiso crítico con la justicia y con la mejora de nuestras instituciones. Para ustedes, como nuevos profesionales del Derecho, esta comprensión es fundamental. No se trata solo de aplicar las leyes vigentes, sino de entender de dónde provienen y cómo han sido utilizadas a lo largo del tiempo, así como la necesidad de continuar la búsqueda para proteger los derechos de las personas.

Su estudio sobre la Real Audiencia de Santo Domingo y la justicia colonial nos mostró cómo, en tiempos pasados, el Derecho fue utilizado como un instrumento de control y represión, de abuso y exclusión. Como también ocurrió en las dictaduras a lo largo de la historia de nuestro país. Sin embargo, también nos enseñó que, a lo largo de los años, hemos avanzado hacia un sistema más democrático, donde la justicia se orienta a garantizar la equidad, la convivencia de todas las personas que viven en la República Dominicana.

Hoy, al dedicar esta Audiencia en honor a su figura, no solo reconocemos su legado como uno de los juristas más notables de nuestra historia, sino también su capacidad para documentar y analizar los momentos cruciales en los que nuestro sistema de justicia ha dado pasos significativos hacia la protección de los derechos fundamentales y la dignidad humana.

Ahora que se cumplen veinte años de la entrada en vigencia del Código Procesal Penal, es oportuno ponernos los lentes de Wenceslao Vega, para analizar la gran relevancia jurídica y democrática de este avance, que marca un hito histórico en la evolución del sistema de justicia penal.

Aprobado en septiembre de 2002, iniciando su implementación en agosto de 2004, el Código Procesal Penal representó una ruptura fundamental con el pasado autoritario que había dominado durante siglos. El modelo anterior perpetuaba una cultura represiva: la llamada “cultura del tránquenlo”. Un enfoque, que se basaba en la aplicación indiscriminada de medidas coercitivas, erosionaba los derechos fundamentales y promovía una justicia punitivista, sin considerar las garantías y los tiempos procesales y legales.

 El Código Procesal Penal, con su llegada, continuó esa evolución democratizadora que narra el doctor Wenceslao Vega en su Historia del Derecho. Al introducir el sistema acusatorio (que sustituyó el viejo sistema inquisitorio) el lugar del juez pasó a ser el de árbitro imparcial. En el pasado, los jueces eran a la vez investigadores y juzgadores, concentrando todo el poder y dejando poco margen a una defensa efectiva. Hoy, las garantías procesales del Código permiten asegurar los derechos.

 Aún queda trabajo por hacer y el Poder Judicial está actuando junto a todos los actores del sistema para superar la cultura y las practicas del pasado inquisitorio, integrando los valores del sistema acusatorio para optimizar la justicia penal. Solo de este modo aseguramos un Estado de Derecho que garantice la dignidad de las personas.

En conjunto con el Ministerio Público y la Defensa Pública avanzamos en acuerdos para garantizar una justicia respetuosa de los derechos, más humana y eficiente. Este compromiso pretende la optimización del proceso penal para lograr soluciones que fortalezcan la confianza pública y la eficiencia judicial, siempre con el objetivo de lograr una justicia más equitativa y accesible.

Es necesario que juntos abordemos temas tan urgentes, prácticas heredadas de la tradición inquisitiva. Debemos aunar esfuerzos para superar esos escollos que vulneran derechos fundamentales y erosionan las garantías del debido proceso.

Todos los actores del sistema de justicia estamos en el deber ineludible de revisar y transformar el modo en que se opera y lograr que el modelo acusatorio sea implementado en su totalidad. Solo así podremos asegurar una justicia pronta, transparente, respetuosa de la dignidad de las personas y en consonancia con los principios constitucionales que rigen el Estado de Derecho.

Estás problemáticas impactan directamente en la posibilidad de garantizar una justicia al día, lo que no solo afecta la eficiencia del sistema judicial. Un sistema de justicia que no puede operar de manera oportuna y equitativa inevitablemente falla en su misión de garantizar el respeto a los derechos y la dignidad de las personas.

Abogadas y abogados,

El sistema judicial dominicano ha recorrido un largo camino, pero aún enfrentamos grandes retos. Vivimos en una sociedad en constante transformación, donde nuevos desafíos surgen cada día. La globalización, los avances digitales y los cambios en las estructuras sociales demandan de ustedes una constante adaptación.

Son ustedes quienes, con su trabajo y dedicación, podrán contribuir a la gran tarea que tenemos por delante: es la hora de abrazar una nueva cultura jurídica, que priorice las soluciones no adversariales antes que la litigiosidad. Transformar nuestro sistema de justicia, para que sea más oportuno, transparente y accesible. Solo así podremos lograr una justicia capaz de optimizar su labor y satisfacer las necesidades de la sociedad.

En nombre del Poder Judicial, les doy la más cordial bienvenida a su profesión. Estoy seguro de que, con el ejemplo de figuras como don Wenceslao Vega, ustedes estarán a la altura de los desafíos que esta nueva etapa les presenta. Que cada uno de ustedes sea un agente transformador, comprometido con la construcción de una sociedad más justa, equitativa y democrática. Recuerden siempre que la justicia es una responsabilidad viva y activa que se fortalece o debilita en cada acción, en cada caso.

Construyamos juntos la justicia el futuro, construyamos juntos una justicia al día para garantizar la dignidad de las personas.

Muchas gracias.

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