Una vida pública basada en la verdad

14 de febrero de 2011

La desconfianza extendida en torno a la vida pública es un síntoma ominoso y sobreponernos a ella es urgente.

Necesitamos un ejercicio de la política que comience a poner énfasis en la verdad y en el reconocimiento lo más objetivo posible de las circunstancias en las que se cultiva el criterio político.

Por ejemplo, sería de alto impacto que quienes ostentan posiciones públicas y también quienes aspiran a ellas, comenzaran a admitir realidades y dejaran de atribuir a los contrarios todos los males así como también  comenzaran a reconocer aquellas acciones de sus contrarios que son correctas.

Parecería ingenuo pretender que se comience a ejercitar las opciones políticas desde una óptica de apego a la verdad; mantener los actuales lineamientos de la cultura política dominicana, sin embargo, tendría consecuencias enormes, porque si la desconfianza en lo público sigue extendiéndose y se profundiza, avanzaremos hacia el cinismo generalizado y a la indolencia e indiferencia más extendidas todavía.

Los efectos deletéreos de los factores antes señalados en el carácter de una sociedad y en su capacidad de convivir en orden y paz son conocidos: ya se han visto en numerosas sociedades que trillando caminos parecidos han llegado a estados de postración y desintegración que o las mantienen en virtuales condiciones de guerra civil bajo un estado fallido o han tenido que remontar circunstancias extremadamente trágicas para restaurar las condiciones mínimas de convivencia y paz.

Hagamos un ejercicio de política para la confianza, desde la verdad y el reconocimiento de los hechos, al margen de la diatriba y la ideología. Quizás entonces, y cumpliendo los compromisos y las reglas de juego, comencemos a hacer una política que restaure la confianza.

Publicado en Santo Domingo, fecha 14 Febrero 2011, ver Publicación en Artículo del Periódico.

henry@henrymolina.com

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