Nuestra sociedad está amenazada porque vivimos en una cultura de incumplimiento de la ley y de las obligaciones sociales, en la que las instituciones que deben fundamentar la cohesión social no funcionan.
El déficit de cohesión social acumulado por décadas nos ha llevado a aceptar la desigualdad social y la exclusión como situaciones normales o irresolubles. La disfunción de las instituciones y reglas que deben fundar la democracia y el Estado social de derecho ha sido asumida por las élites de nuestra sociedad como algo normal.
Hemos fallado en nuestra obligación de fundamentar y fortalecer continuamente el apego a unos fines sociales, a unas formas, unas reglas: una cultura y un orden que nos den cohesión porque satisfacen las principales necesidades del colectivo que formamos los dominicanos.
Danilo Medina ha indicado, con coraje y certeza, que si buscamos las causas de la ola de delitos que nos abate sólo en los que cometen los crímenes, estamos actuando como una sociedad hipócrita, porque las causas verdaderas están en la desigualdad, en la falta de oportunidades, en la impunidad y el mal ejemplo. El diagnóstico es certero. Y la propuesta de solucionarlo extendiendo efectivamente los derechos y exigiendo el cumplimiento de los deberes, primero que nada en los funcionarios públicos, y en toda la ciudadanía, es una estrategia correcta.
Extender la efectividad de los derechos sociales y económicos implica más y mejor salud, más y mejor educación, empleo digno y redistribución de la riqueza. Eso es un cambio de modelo. Y es lo que necesitamos.
Hay que refundar la cohesión. Hay que educar y no sólo en las aulas, sino en la convivencia, en el ejemplo y en la posibilidad de satisfacer expectativas legítimas de progreso personal y familiar. Tenemos que educarnos, autorregularnos y darnos un sentido de compromiso colectivo.
Publicado en Santo Domingo, fecha 21 de septiembre de 2011, ver Publicación en Perspectiva Ciudadana