En las últimas décadas se ha ido desarrollando un tramado económico mundial tan densamente entretejido que los mercados financieros, de alimentos y materias primas, reaccionan de manera casi inmediata y homogénea frente a situaciones que antes eran estrictamente locales.
Los fenómenos de globalización, inmediatez, interactividad, libertad relativa de acceso y horizontalidad en los aspectos comunicacionales y culturales han venido a completar —más recientemente— una configuración de red global cada vez más compleja y articulada. Todo circula en todas las direcciones en redes y subredes que muchas veces abarcan varios continentes.
Sólo las personas nacidas en los países pobres confrontan restricciones en esta circulación global, y, a pesar de las mismas, las corrientes migratorias de los últimos 30 años han determinado que en casi todas las metrópolis del mundo se encuentren comunidades multiétnicas y multiculturales resultantes tanto de la migración irregular como de la legal.
La globalidad no, ni apariencia ni abstracción, sino una supra realidad que conforma unos modos de producir, compartir, mezclar y circular información, cultura, valores éticos e intereses económicos y financieros, entre otros.
Si una crisis de las finanzas públicas en un país pequeño y relativamente pobre como Grecia ha tenido el impacto de poner en riesgo por varias semanas y meses el sistema monetario europeo, la masiva movilización de los jóvenes en las calles de El Cairo o de Madrid, se irradia y se irradiará paulatinamente a otros países, condicionada por factores locales y coyunturales, pero con una misma sustancia cultural y con un conjunto de prácticas sociales similares o equivalentes.
Lo que se aproxima es mayor complejidad, más contenidos y más eficacia de esa red global para determinar o generar movilizaciones locales. Es el futuro. Es hoy. Porque hasta las nociones de tiempo están cambiando.
Publicado en Santo Domingo, en fecha 25 Mayo 2011, ver publicación en artículo del Periódico.
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