Solo Dios es la fuerza para el servicio

4 de mayo de 2008

He leído en Genio Interior, el blog de un gran amigo y hermano chileno Sergio Espejo, que Dios, su esposa y la vida me han regalado, la homilía del nuevo Padre General de los Jesuita Jesús Adolfo Nicolás, S.J. Me ha llamado enormemente la atención de su primera homilía su concepto sobre el servicio:

“Isaías nos dice: Servir agrada al Señor. Servir es lo que cuenta: Servir a la Iglesia, servir al mundo, servir a los hombres, servir al Evangelio. También San Ignacio nos ha dicho a modo de resumen sobre nuestra vida: "En todo amar y servir". Y nuestro Papa, el Santo Padre Benedicto XVI nos ha dicho que "Dios es amor". Nos ha recordado la esencia del Evangelio.

“Después Isaías nos dice cuál es la fuerza del servidor: "La fuerza del servidor es solamente Dios. Nosotros no tenemos otra fuerza. Ni las fuerzas externas de la política, de los negocios, de los medios de comunicación, ni la fuerza interna de la investigación, del estudio, de los títulos. Solamente Dios. Como los pobres"

"Hace poco conversaba con uno de vosotros, sobre algo que me sucedió en un tiempo en que trabajaba con emigrantes. Una experiencia que me impresionó hondamente. A una Filipina que había tenido muchas dificultades para integrarse en la sociedad japonesa, que había sufrido muchísimo, se le acercó otra filipina pidiéndole consejo: -Tengo dificultades con mi marido, y no sé si divorciarme, si continuar… Le pedía consejo sobre estos problemas bastante habituales. La primera le respondió: -No se que decirte ahora mismo. Pero ven conmigo a la Iglesia y recemos, porque para nosotros los pobres, solamente Dios nos ayuda-. Esto me impresionó mucho, porque es muy verdadero. Para los pobres, solamente Dios es la fuerza. Para nosotros sólo Dios es la fuerza. Para el servicio desinteresado sin condiciones sólo Dios es la fuerza.”

Me he sentido enormemente motivado por este concepto de servicio, entendido como un concepto integral que nos da fuerza, una fuerza que se sustenta en Dios. Solo de esta manera podríamos entender las alegrías que produce el trabajar por los demás sin envanecernos y soportar el dolor que también pude producir sin desmayar. Este concepto nos fortalece en nuestro compromiso y en nuestra entrega pero al mismo tiempo nos hace consciente que es algo que agrada a Dios.

Dios presente en el rostro de nuestros hermanos, sobre todo los más desposeídos y excluidos, es la esencia de nuestra vocación y compromiso en el trabajo por el Reino de Dios. Dios se hace presente en los proyectos integrales de liberación para permitirnos canalizar nuestra misión . Cuando lo entendemos así, excluye cualquier otra razón, ego, poder o dinero, que no sea la razón inspiradora e integral del amor.

Sirviendo a Dios salva Jesús a los seres humanos, reparando así la negativa que tenemos de darnos a los demás, y nos revela cómo quiere el Padre que seamos: quiere que nos consumamos en el servicio de nuestros hermanos como Jesús mismo lo hizo. “El hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida” [Mc 10,45].

La grandeza del compromiso de los cristianos de los servidores de cristo es la de vivir la palabra que anuncia el Evangelio, como un compromiso sagrado, con humildad en medio de las constantes pruebas que se nos presentan para ahondar el camino de la justicia y la libertad.

Esta vocación consciente hacia la comunidad solo se puede vivir con un amor sincero, aborreciendo el mal mediante la pasión por el bien. Demostrándonos cariñosos con nuestros hermanos y estimando a todas personas como seres humanos dignos. Sirviendo al Señor con celo incansable y fervor de espíritu. Alegrándonos en la esperanza, siendo muy pacientes en el sufrimiento, perseverantes en la oración, solidarios con los consagrados en sus necesidades y practicando la hospitalidad con todos nuestros hermanos. [Rom. 12, 7. 9-13].

Vivir como cristianos solo es posible bendiciendo a los que nos persiguen y nunca maldiciéndolos. Alegrándonos con los que están alegres y llorando con los que lloran. Viviendo en armonía los unos con otros. No buscando grandeza, poniéndonos a la altura de los más humildes. No teniéndonos por sabios. No devolviendole a nadie el mal por el mal y procurando hacer el bien delante de todos las personas. [Rom. 12, 14-17].

Un compromiso de este tipo exige de nosotros mismos tener una gran paz con con nosotros mismos y con todos. El no hacer justicia por nosotros mismos. Nos obliga conscientemente a que si nuestro enemigo tiene hambre darle de comer, si tiene sed, darle de beber; nos exige que no nos dejemos vencer por el mal, por el contrario servir nos obliga a vencer el mal haciendo el bien. [Rom. 12, 18-21].

Post relacionados con esta entrada:

[youtube:http://youtube.com/watch?v=zQwJS4pEDj4]

Subscribe
Notify of
guest
3 Comments
Más antiguo
Más nuevo Most Voted
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
rachclurtut

Hi!
My name is Jessika!

Xavier

Me ha gustado mucho este post.

Estoy muy de acuerdo, y lo vivo y lo siento de forma parecida.

Un abrazo.

BETHANIA

Hermoso:) Me encanta su espacio Luis Henry:)