Los efectos que la prolongación de la crisis global pueda tener en la gobernabilidad local dependerán en gran medida de la capacidad de manejar el impacto del choque externo en las condiciones de vida de la población más vulnerable, incluidos los sectores medios, que generalmente, frente a contracciones de la actividad económica o estancamiento en el crecimiento del producto interno bruto, ven diluirse sus condiciones y calidad de vida.
Y, cuando llegan los tiempos de las vacas flacas, si los gobernantes y el liderazgo económico no han creado las capacidades de la sociedad para hacerles frente, si no han ahorrado o desarrollado condiciones estructurales, internas, para sobrellevar los riesgos y las restricciones, entonces se producen retrocesos y deterioro de la cohesión social. Esto, indudablemente, puede terminar deteriorando la gobernabilidad y haciendo todavía más difícil remontar las etapas y situaciones conflictivas.
La sociedad desarrolla capacidades cuando el liderazgo político fortalece los factores de cohesión social a través de la política social y el mejor manejo de las variables macroeconómicas, y cuando el liderazgo económico ha invertido en mejorar la competitividad y fortalecer las capacidades productivas. La inversión social es una forma de ahorro.
Si en lo que respecta a la gestión de la macroeconomía hemos ido mejorando y aprendiendo de las experiencias, en cuanto a política social las gestiones gubernamentales de los últimos 20 años realmente han suspendido la materia.
La insuficiencia en cuanto a inversión, calidad, eficacia y cobertura nos colocan muy por debajo de la media latinoamericana, con resultados incluso inferiores a los obtenidos por países con igual y hasta menor nivel de desarrollo.
Es ineludible comenzar a disminuir las brechas existentes y cumplir con un programa de desarrollo inclusivo, generador de equidad, si queremos estar preparados para los riesgos que se avecinan.
Publicado en Santo Domingo, fecha 21 de diciembre de 2011, ver publicación en Perspectiva Ciudadana
