Politica 2.0 para que la gente pueda actuar

12 de febrero de 2010

Los principales medios de información suelen hacerse eco y cada vez con mayor frecuencia, de acciones ciudadanas diversas, organizadas y realizadas por segmentos jóvenes e instruidos de la población, que se apoyan en el uso de las herramientas de las tecnologías de información.

De esta manera vemos como se han destacado importantes protestas sincronizadas por medio de mensajes desde teléfonos móviles (sms) hasta grandes movilizaciones generadas con el uso intensivo de las redes sociales online como (facebook) o herramientas interactivas de comunicación en tiempo real (twitter), logrando así constituirse en redes de resistencia cívica o desobediencia civil, movimientos de opinión o grupos de presión.

Desde Irán a Argentina, desde Venezuela a Turquía o desde la Habana a Madrid, cunden los ejemplos del amplio uso de las tecnologías de información y comunicación como herramienta fundamental para impulsar la convergencia de opiniones, la disensión, el rechazo a una política específica o hasta a un régimen político o la conducción de un Estado.

Por otra parte, cada vez más los candidatos a cargos públicos se ven compelidos a establecer su presencia en Internet como una de las condiciones indispensables para llegar a los segmentos más dinámicos de la población y para convencerles de sus propuestas. Mientras, las administraciones públicas y los responsables de la gestión de los intereses colectivos recurren a estas mismas herramientas para establecer una relación bidireccional con las personas. Y muchos de los servicios y prestaciones que las administraciones públicas deben brindar a su ciudadanía ya se organizan a través de las TIC, emulando prácticas que el mundo de los negocios ya había desarrollado desde hace tiempo en la prestación de todo tipo de servicios que pueden ser catalogados, ordenados, revisados y sometidos a exigencia y control de calidades desde internet.

No es casual entonces, que la política, entendida como dimensión del conocimiento y disciplina que enmarca las acciones dirigidas a ordenar la voluntad colectiva, se vea retada y paulatinamente transformada por los cambios culturales derivados de la expansión de las nuevas tecnologías.

Es el tiempo de la política 2.0, y apenas comenzamos a conocer y experimentar lo que viene en relación con esta ola de transformaciones.

Que es política 2.0 ? es la reorganización de la política ordinaria y tradicional a partir un proyecto de acción ciudadana que se basa en las tecnologías de información y comunicación (TIC)

Me parece que hasta ahora los políticos y muchos de los activistas sociales han entendido la política 2.0 como algo instrumental, como una dimensión “aparte” en la que se “usan herramientas” especiales.

Los cambios en la tecnología que han dado origen a muchos retos conlleva cambios culturales profundos en la sociedad. Son cambios en “las fuerzas productivas”, como se habrían referido a ellos los marxistas si estos cambios se hubiesen producido varias décadas atrás, cuando este paradigma estaba en boga. Y es que el impacto de estos cambios está poniendo en entredicho los conceptos legales sólidamente establecidos durante siglos, como el de propiedad, en el caso de la propiedad intelectual, por ejemplo.

Es por eso que creo que esta nueva práctica política que se avecina y que se está imponiendo paulatinamente en los segmentos de población en los que coinciden las capacidades intelectuales con el nivel de ingresos suficiente para tener acceso a las nuevas tecnologías, es una cultura política en la que predomina por la bi-direccionalidad, la retroalimentación, la deliberación continua, la formación de consensos mutables y puntuales, el ejercicio del control sobre la autoridad y la limitación de las formas verticales de dirección y organización. En este nuevo fenómeno, la dispersión de la autoridad a la que tanto le han temido los operadores políticos y sociales de la época industrial previa es un atributo positivo y altamente valorado.

La práctica política 2.0 no se limita a la realización de campañas para obtener votos o para acciones puntuales. Sólo si nos limitamos a una mirada puntual y somos incapaces de unir los puntos y ver en perspectiva aceptaremos esta visión instrumental de la nueva cultura. Pero no es así. Con el avance indetenible de estas nuevas formas de comunicación y de relación vamos aprendiendo y “actuando” en aras del bien colectivo.

Todavía los paradigmas de interpretación de las nuevas formas de construir voluntad colectiva están en construcción. Sin embargo, podemos comenzar a construir claves de interpretación que nos permitan transformar la acción política de manera global y en cada país en específico.

El mundo de lo “virtual” cuando se refiere a las tecnologías de información y comunicación, ya no es algo aparente, que es la acepción física tradicional, sino que es virtual en tanto tiene la virtud de producir un efecto. Pero debemos apurar el paso y hacer que ese efecto a producir sea real y actual.

La construcción de redes de información, de conocimiento, de opinión, de construcción de visiones y agendas, de producción de consensos y compromisos, es parte inherente de este proceso de transformación de nuestra cultura política. La vigilancia, escucha activa de lo que hacen nuestras autoridades en todos los niveles de gobierno o administración pública es otra parte indispensable. Como también lo es la contrastación de informaciones y el establecimiento de diálogos y de posiciones entre autoridades y ciudadanía. No es algo inaudito. Hace apenas días el Presidente Obama concedió una entrevista pública a los usuarios de Youtube, en línea y en tiempo real, scomo se puede ver en la página de la Casa Blanca y cita el periódico El Mundo.

Ver video aquí

Todos estos componentes serán más que instrumentales si son puestos en marcha por movimientos y grupos trabajando en red dentro de un proceso o convergencia más amplia que busque efectivamente transformar la gestión pública y la sociedad en su conjunto. El elemento central de esta convergencia tiene que ser una agenda básica común de temas y de cambios. Y una decidida y expresa vocación de enriquecer la representación política llevando a puestos de autoridad a personas que sean parte de estos movimientos. Es una cuestión de poder. Es hacer que la gente pueda, que podamos actuar y efectivamente garantizar que nuestros consensos y puntos de vista tengan que ser tomados en cuenta a la hora de diseñar y poner en ejecución la agenda del interés público. Es una ruptura del oligopolio de la política que sostienen los grupos fácticos y el sistema de partidos políticos.

Las claves están en diseñar y poner en marcha las actuaciones y los recursos imprescindibles, al servicio de esa agenda de renovación. Definamos la agenda, construyamos los consensos básicos, diseñemos los modos de actuar en coordinación y convergencia y hagamos los compromisos necesarios.

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