La perspectiva que sobre el país brindara el señor Presidente de la República en su alocución ante la Asamblea Nacional el pasado 27 de Febrero fue un despliegue brillante de bondades, éxitos y avances.
Es preocupante, sin embargo, que entre esa percepción presidencial y la que predomina en el común de la gente del país haya discrepancias considerables. Las principales encuestas de opinión así como estudios especializados como el barómetro de las Américas o el latinobarómetro dan cuenta de que la percepción dominante sobre los principales asuntos del país tiende a no coincidir con la visión gubernamental. Lo mismo sucede con la visión que sobre la marcha de los asuntos públicos y el estado de bienestar de los dominicanos sostienen organizaciones académicas especializadas y centros de estudios de la sociedad civil. Allí donde el Presidente afirma avances significativos o esfuerzos que dan respuesta a las necesidades, la visión de estos entes es de que no se hace suficiente, estamos estancados o incluso retrocedemos. Y con ellos coinciden intelectuales, académicos y hasta la Conferencia del Episcopado. Ante tan extendida y variada discrepancia habría que preguntarse dónde estamos fallando como sociedad, gobierno incluido, para que haya tanta disensión en relación con asuntos tan importantes.
Un problema adicional es que la percepción de sectores populares, medios, académicos, intelectuales y profesionales se constituye en cultura: la parte más volátil de la cultura si se quiere, pero a fin de cuentas condiciona actitudes, reacciones, valoraciones, puntos de vista y la disposición para actuar. Si una cultura del desencuentro, de la insatisfacción se extiende en una sociedad como parece que sucede en la nuestra, se generan elementos de ingobernabilidad y se debilita el capital social necesario para actuar juntos, sociedad y gobierno, en la búsqueda del bien común.
Es un tema para reflexionar. Hagámoslo.
Publicado en Santo Domingo,fecha 2 de marzo de 2011, ver publicación en Perspectiva Ciudadana
