Hace unos días un amigo y colaborador me sorprendió cuando al comentar el tema del gasto público, me dijo “el gasto público en este país no debiera ser reducido sino aumentado, y mucho”. Quedé conmovido. Aunque su explicación satisfizo absolutamente mis dudas y me convenció. Por coincidencia, en la perspectiva de Roberto Rodríguez Marchena unos días después, el martes 14 de septiembre, expone los mismos criterios y conceptos.
¿Tenemos suficientes maestros y con una distribución territorial adecuada? ¿Tenemos suficientes escuelas en el nivel básico? ¿Son suficientes los centros de educación media, los liceos? ¿Los centros de entrenamiento vocacional o de formación profesional? La respuesta es que no, que probablemente necesitamos entre 40 y 50 mil profesores adicionales a los que actualmente sirven en la educación pública básica, media y técnico profesional. Y que la inversión necesaria en planta física nueva, en mantenimiento de la existente, materiales educativos y renovación de las capacidades de los profesores e instructores exige incrementos que prácticamente duplicaría el nivel de gasto actual.
Lo mismo pasa en salud. Y si vamos a seguridad pública es obvio que para cubrir las necesidades actuales y de los próximos cinco o diez años y revertir la criminalidad se requiere duplicar o triplicar la cantidad de agentes del orden de que hoy disponemos. Y qué decir de las funciones de inspección y control en temas como salud, edificaciones, vialidad, etc. Y esto es así en prácticamente cualquier ámbito del la administración pública.
Concluyendo: no tenemos demasiado estado, sino muy poco. La presencia de las funciones de administración pública y de gobierno en términos territoriales es insuficiente y está mal dotada. Y para corregir esto hay que invertir más. Entonces, mi amigo y Roberto tienen razón: necesitamos más y mejor administración pública, más y mejor gasto.
Publicado en Santo Domingo, fecha 15 de septiembre de 2010, ver publicación en Perspectiva Ciudadana