La humanidad reacciona de múltiples maneras a la situación de emergencia. Muchos de los problemas que causa son totalmente nuevos para las autoridades y poblaciones del mundo y esto ha representado retos mayores para reaccionar. Buscar adaptarnos es una máxima biológica de todos los seres vivos. Sin embargo, el modo en que lo hacemos desde hace mucho tiempo implica un horizonte común, una mirada de la humanidad como colectivo que observa un destino compartido. Esto no debe perecer. Y para que así suceda, para que la transformación y la adaptación sea posible, debe empezar por nosotros mismos.
En la actualidad estamos viendo cómo los diferentes países actúan en respuesta, comunicándose entre ellos y empujando modelos de acción que en muchos casos son revisados y modificados en la marcha. La contingencia va perfilando las acciones y las instituciones, a fin de cuentas, son lo que hacen y cómo lo hacen. Es muy necesario apelar a los valores y marcos éticos y sociales que más firmemente sostienen nuestra convivencia, subrayar el apego a los mismos, porque estamos dando pasos que van a impactar en el futuro próximo y, sobre todo, en las vidas de muchas personas.
El caso del Poder Judicial no es distinto. Ofrecemos servicios que están directamente ligados a nuestra vida en común, que buscan sostener la paz social y desincentivar conductas que vulneran o alteran el intercambio de valor que es a fin de cuentas nuestra sociedad. Por eso en esta semana el Consejo del Poder Judicial decidió presentar el plan de avance y socializar a manera de vista pública la plataforma del Servicio Judicial. Los profesionales que asisten y operamos en la Justicia tenemos un fuerte compromiso con el país y las distintas partes envueltas en los procesos y conflictos: ofrecer respuestas en tiempo, acordes con el mandato legal y a la altura, con calidad y eficiencia.
La sociedad tendrá que adaptarse de un modo más acelerado, ser más flexible, entender que todos y todas somos nuevos en esto. El sentido de nuestro trabajo, aunque utilice nuevas herramientas y mecanismos seguirá siendo el mismo: dotar a la justicia de los empujes necesarios para reducir el impacto de los múltiples problemas que por años le ha aquejado, mejorar la calidad de las decisiones, comprometer a todos y todas, ponderar los criterios que hagan al sistema uno solo, oportuno y eficiente.
Los distintos abordajes que han sido prioridad de Visión Justicia seguirán en el foco. Contamos con un área de tecnología más robusta, actualizada y preparada. Lo crucial es sostener el servicio, garantizar la atención en todos los niveles para las usuarias y usuarios en cualquier parte del territorio nacional. El reto es grande y requiere tener en primer orden la seguridad de los datos y expedientes, la integridad del servicio y los cuidados y garantías del debido proceso.
Las mujeres y hombres que integramos la Justicia dominicana estamos dispuestos a seguir la ruta de transformación, ahora adaptando nuestra forma de trabajo y mejorando la respuesta con capacitación y la acostumbrada entrega a la labor. La difícil situación que vivimos requiere de nuestra flexibilidad y arrojo. La transformación del servicio también imprime la necesidad de apertura al cambio a una cultura que piense y amplíe el avance de las herramientas tecnológicas como parte del sistema y como auxiliares en los trabajos del personal. Ante una realidad distinta, así debemos comprenderlo.
Estamos haciendo esto juntos. La Justicia tiene mayores posibilidades de ampliar su radio de alcance hasta ser el servicio universal, para todas y todos, que la Constitución y las leyes ordenan.
Volveremos con más entusiasmo y ganas de vivir.