Desde que asumí como Juez Presidente de la Suprema Corte de Justicia, me he preguntado cómo podemos lograr que nuestro sistema judicial sea más humano, accesible y ético. A lo largo de los años, figuras como José Trías Monge, Antoine Garapon y Jeremy Bentham han influido profundamente en cómo pensar y cómo afrontar esta tarea.
Hoy quiero compartir algunas reflexiones que combinan estas inspiraciones y nuestras acciones en la República Dominicana. No es solo un ejercicio intelectual; es una conversación con los lectores, una invitación a que cada uno de ellos sea parte de esta transformación.
El derecho, como bien señaló Trías Monge, no siempre es sinónimo de justicia. Las leyes, en ocasiones, reflejan intereses particulares o se aplican sin sensibilidad hacia las realidades humanas. En la República Dominicana, este desafío se ha manifestado históricamente en problemas como la mora judicial y la falta de acceso equitativo a los tribunales.
Sin embargo, estamos avanzando en aspectos importantes. Para empezar, la digitalización de expedientes está contribuyendo a agilizar los procesos judiciales, optimizando tiempos de respuesta y acercando la justicia a quienes tradicionalmente han enfrentado barreras para acceder a ella.
La implementación de herramientas como la firma digital y el acceso remoto está permitiendo que las personas puedan resolver sus conflictos legales de manera más eficiente, eliminando distancias físicas y reduciendo la espera por soluciones judiciales.
Pero, como advertía Garapon, el acceso técnico no basta. La justicia debe ser profundamente humana, capaz de comprender las circunstancias de las personas más vulnerables.
Este 2025 es por tanto un año de riesgos necesarios. Reducir la mora judicial no es solo un objetivo técnico; es un compromiso ético que exige valentía. Esa valentía es la que nos permitirá alcanzar un 90% de tribunales al día. Esto implica que los casos sean resueltos dentro de plazos razonables, garantizando procesos ágiles, eficaces y alineados con las expectativas ciudadanas.
Igualmente será necesario fomentar una cultura de acuerdos, promoviendo métodos alternativos de resolución de conflictos para acelerar procesos y garantizar resultados equitativos.
Si no asumimos este riesgo, corremos el peligro de perpetuar los obstáculos que tanto daño han hecho al sistema. Pero si lo hacemos, estaremos avanzando hacia una justicia que honre las expectativas de nuestra gente.
Jeremy Bentham nos recordaba que “el poder debe ser visible para ser legítimo.” La transparencia y la ética son los fundamentos sobre los que se construye un sistema judicial confiable.
En este sentido, este año tenemos el compromiso de consolidar la cultura de integridad: Continuar promoviendo el Código de Comportamiento Ético Judicial y fortaleciendo las auditorías en los tribunales que más lo necesitan.
También impulsaremos la rendición de cuentas activa: Garantizar que jueces y servidores judiciales actúen con transparencia y respondan a las expectativas ciudadanas.
Extenderemos el acceso digital a más jurisdicciones: Queremos que el 100% de los expedientes se gestionen de forma digital, reduciendo tiempos y costos para los usuarios.
También acercaremos la justicia a las comunidades más vulnerables: Reforzando los servicios de asistencia jurídica en los tribunales y desarrollando iniciativas que eliminen barreras económicas y geográficas, asegurando un acceso igualitario y efectivo a la justicia para todos.
La infraestructura también es parte de esta apuesta. Proyectos como las Ciudades Judiciales de Santo Domingo Este y Oeste nos permitirán ofrecer espacios dignos, accesibles y funcionales para todos los ciudadanos.
Comenzamos este año con una convicción clara: tenemos que arriesgar. Como toda transformación significativa, modernizar nuestro sistema judicial exige salir de la zona de confort, asumir retos y apostar por un cambio que realmente impacte.
La República Dominicana tiene hoy una oportunidad histórica para transformar su sistema judicial en un modelo de equidad, transparencia y solidaridad. Inspirados en las enseñanzas de Trías Monge, Garapon y Bentham, seguimos trabajando para consolidar una justicia que no solo resuelva conflictos, sino que inspire esperanza.
Invito a todos a ser parte activa de este cambio: exige transparencia, participa en debates públicos y comparte tus ideas sobre cómo fortalecer nuestro sistema judicial. Juntos, podemos construir una justicia al día que transforme vidas.
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• Bentham, Jeremy. An Introduction to the Principles of Morals and Legislation. Oxford: Clarendon Press, 1789.
• Garapon, Antoine. Juzgar: Una ética para la justicia. Barcelona: Gedisa, 1997.
• Rusconi, Maximiliano. La justicia prófuga: Por una refundación del sistema judicial. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2024.
• Trías Monge, José. Sociedad, Derecho y Justicia. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1986.