La aprobación por el Congreso de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2010-2030 es un paso en la dirección correcta. Mucho más significativa en momentos en que en la dimensión de la gobernabilidad económica global el panorama es preocupante.
Los países europeos llegan a un momento de decisión de cuyos resultados dependerá en gran medida la estabilidad financiera y la posibilidad de relanzar las economías de esa zona, afectadas por una tendencia a la recesión que tiene impactos muy negativos en las economías del resto del mundo.
La economía de los Estados Unidos comienza a dar signos leves de recuperación, pero todavía falta mucho por hacer para que esa potencia mundial vuelva a ser una de las locomotoras que arrastre el comercio y el crecimiento mundial.
En América Latina se sienten los efectos de esta prolongada crisis. Lo mismo en China. Se está produciendo una desaceleración del ritmo de crecimiento que caracterizó la última década.
La Estrategia Nacional de Desarrollo prevé un conjunto de programas y medidas que deberían reorientar nuestro modelo de desarrollo, propiciar mayor nivel de crecimiento y una reducción de la desigualdad y la pobreza, imprescindibles para alcanzar el desarrollo humano y afianzar un estado democrático de derecho.
Aunque haya aspectos que de seguro requerirán modificación posteriormente, como el que se refiere al financiamiento de la educación, la END tiene características alrededor de las cuales es factible construir un consenso nacional y nos provee de una orientación para el desarrollo.
La construcción de ese consenso y la toma de las medidas oportunas para recuperar legitimidad y afianzar la confianza ciudadana acerca del rumbo que llevamos no deben ser postergadas. Serán claves para mantener la gobernabilidad necesaria para manejarnos en tiempos de crisis a través de los cuales habrá que atravesar.
Publicado en Santo Domingo, en fecha 08 de diciembre, ver publicación en el Periódico El Día
henry@henrymolina.com
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