_{Henry Molina}

Hay una percepción bastante generalizada de que el clientelismo atraviesa la política, las relaciones entre los partidos con gran parte de los electores y del Estado con parte de la gente más pobre. El clientelismo anula la ciudadanía, porque es una relación que somete. Quien recibe un beneficio que cree que es el resultado del favor de alguien está siendo vulnerado en su voluntad. Su condición de ciudadano está siendo lacerada. Una idea R2 es ¿Por qué no buscamos la forma de liberar a estas personas de la coacción implícita en el clientelismo y les devolvemos su libertad de elegir, de ser ciudadanos plenos? Si estimamos los montos de lo que se gasta en formas consideradas clientelismo, tendremos una idea de la cuantía y proporción en que tiene que ser incrementado el gasto social, la política social. Como ciudadanos vamos a debatir públicamente la exigencia de que se incremente el gasto institucional (público, transparente, expuesto) en esas proporciones.

Volquemos la discusión hacia la perspectiva de que no hay derecho a malgastar tanto dinero mientras no se está invirtiendo suficiente en los derechos de la gente ¿O es que el gasto social no es un derecho de los dominicanos sino un favor que se le hace a parte de la sociedad? ¿Sobre qué base se asigna el gasto social? Pero más importante: hagamos una campaña pública del tipo “tú tienes derechos, esto no es cuestión de favores” e involucremos a la gente que es sometida mediante el clientelismo; generemos un ambiente de discusión que les ayude a ejercer su criterio, a ser más “malcriados” a no aceptar tan fácilmente que son sometidos.

Más dinero para un gasto social públicamente deliberado, menos para el clientelismo. Más dignidad para la gente. Así nos respetaremos más y nos juzgaremos menos.

Publicado en Santo Domingo, fecha 26 Mayo 2010, 7:42 PM, Ver publicación en el articulo del periódico