La situación de emergencia ante el COVID-19 nos coloca a todos en una encrucijada. La enfermedad nos mantiene en vilo, al tiempo que altera todos los órdenes de nuestra vida. No hay dudas de que la realidad no será la misma cuando pase la difícil crisis sanitaria que enfrentamos. Y que las necesidades de los sistemas públicos y privados tendrán que adaptarse. Algunos han tenido que recurrir a soluciones de contingencia, con altos niveles de improvisación, para enfrentar los problemas surgidos y los ya existentes. En el caso del Poder Judicial el camino ya estaba trazado en los planes, lo cual nos ha permitido establecer un sistema de respuesta en medio de la situación actual.
Los proyectos de digitalización contenidos en Visión Justicia 20/24 programaron un avance paulatino de cinco años de trabajo. Hoy la situación exige de manera abrupta la adaptación a niveles de respuesta digital para poder dar los servicios de manera regular y cumplir nuestro mandato. Esto en mucho menor tiempo del que teníamos pensado, pero además en condiciones de profunda dificultad, pues el trabajo remoto requiere todo un proceso de adaptación cultural que la emergencia nos complica y acelera.
El contexto complejo conlleva factores de dignidad laboral, cuidado emocional y personal, así como un reordenamiento de nuestras prioridades. La nueva situación requiere reajustar las capacidades y condiciones para que la eficiencia y la eficacia puedan ir de la mano con presiones y miedos naturales en un momento de la gravedad del que vivimos. La vida laboral en casa requiere perspectivas distintas al espacio de oficina y a las relaciones sociales tradicionales.
Muchas empresas de prestigio han tenido buenos resultados durante años seleccionando y contratando talento apto para el teletrabajo. Personas que operan desde otros países, gente que no está dispuesta a ofrecer horario laboral presencial y que sin embargo cumplen con las expectativas. Para ello, la cultura organizacional debe reinventarse, constituir habilidades y búsquedas adaptadas a la distancia y comprender que el espacio-tiempo no es la única manera de cuantificar y cualificar el trabajo y que los resultados deben tender a mediciones flexibles respecto de las capacidades y los aportes posibles. La importancia de la gestión humana en este proceso de adaptación rápida es central. La tarea de redefinir y adecuar las posibilidades y planes al trabajo remoto requiere dar mucho más en todos los sentidos. Necesitamos priorizar el aporte y ofrecer la asistencia adecuada y el soporte para que tengamos éxito.
La voluntad de las servidoras y servidores es la savia de este proceso. La búsqueda de cumplir con la sociedad en su demanda de una administración de justicia oportuna, eficiente, con acceso para todas y todos, poniendo especial atención a las personas vulnerables, es un compromiso de todas y todos. Llevar el teletrabajo a ese espacio de aprovechamiento de los recursos es un impulso transformador que hará que el proceso sea más integral y cuide la salud de servidores y usuarios.
Como en todo proceso de adaptación, habrá debilidades, reacciones y restricciones, miedos y frenos. Sin embargo, estoy seguro de que contamos con servidoras y servidores de gran capacidad. El Poder Judicial es una cantera de personas formadas y dispuestas a vencer las dificultades, así se ha demostrado en esta primera etapa de la crisis.
Sigamos abogando por el desarrollo de habilidades y entrenamientos para el trabajo remoto. Este proceso de adaptación cuenta con cada una y cada uno. Nuestra motivación debe continuar a la altura de las necesidades de Justicia de nuestro pueblo. El Poder Judicial dotará a las magistradas, magistrados y a los servidores judiciales de las herramientas técnicas y de capacitaciones para el trabajo remoto así como de los equipos, la conectividad y softwares que aseguren que este sea de calidad. Seguiremos ademas ofreciendo recomendaciones y orientación técnica para reforzar las habilidades y método de trabajo al tiempo que cuidamos la salud emocional. Avanzamos hacia un cambio de mentalidad que exige readecuar nuestros planes y nuestras maneras de ser y organizarnos. Lo más importante es seguir cuidándonos mientras seguimos sirviendo en favor de la justicia. Esa gran tarea que nos ha sido asignada.
Mantengamos la fe. Volveremos, trabajaremos con más entusiasmo y ganas de vivir.