Discurso VII Graduación ENJ

29 de abril de 2010

Los jueces formados por la Escuela Nacional de la Judicatura durante estos once años de servicio son considerados administradores de justicia modélicos, conscientes del rol que deben desempeñar en nuestra sociedad. Lo mismo podemos decir de los defensores públicos que conforman la Oficina Nacional de la Defensa Pública, una institución que cada día asume la enorme responsabilidad de procurar la asistencia permanente y gratuita para el justiciable.

La Escuela Nacional de la Judicatura ha coadyuvado también a la formación de los integrantes del Ministerio Público, de la Policía Nacional y de los abogados. Es decir, ha colaborado con el fortalecimiento total del Sistema de Justicia Dominicano.

Nuestra Escuela es la única comunidad de servicio público cien por ciento educada en el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Todos los aspirantes a jueces de paz y defensores públicos que ingresan a la Escuela Nacional de la Judicatura cuentan con un computador personal y una conexión de Internet, como la mayoría de los jueces y defensores públicos del país. Estos recursos les permiten investigar y actualizarse de manera permanente, lo que redunda en la prestación de una mejor administración de justicia a la comunidad.

En ese sentido, nos honra haber comprobado, en el marco de la Organización Internacional de Capacitación Judicial, de la Red Europea de Escuelas Judiciales y de la Red Iberoamericana de Escuelas Judiciales, que somos el centro de capacitación judicial que más horas de formación virtual ofrece a los integrantes de los sistemas judiciales y la primera en brindar una formación b-learning, esto es, presencial y virtual.

Estudios realizados en América Latina nos han clasificado como la escuela judicial de la región que ofrece el programa de formación de aspirantes a jueces y defensores públicos con más horas de capacitación y prácticas. De igual manera, nos satisface profundamente el hecho de ser la institución que más material educativo jurídico ha producido en República Dominicana.

A pesar de que aún no impartimos docencia en las instalaciones idóneas, pues no tenemos la infraestructura adecuada, esta pequeña escuela judicial del Caribe ha sido elegida y ratificada por segunda ocasión como la sede de la Secretaría General de la Red Iberoamericana de Escuelas Judiciales.

Adicionalmente, nuestra escuela es una activa colaboradora de las distintas escuelas judiciales centroamericanas, a través del Centro Centroamericano de Capacitación Judicial, y asesora de la Red Mexicana y Argentina de Escuelas Judiciales.

Asimismo, somos la escuela judicial de América Latina que mantiene las más activas relaciones con la Escuela Judicial Española y la Escuela de la Magistratura Francesa. Con la escuela francesa celebramos desde hace ocho años de manera ininterrumpida la Temporada del Derecho Francés y la Justicia.

Esta vocación global nos ha motivado a abrir las puertas a la comunidad jurídica nacional e internacional, para que  a lo largo de estos diez años más de cien jueces de Iberoamérica hayan participado en  nuestros cursos virtuales y presenciales.

Nuestra escuela ha apoyado al Colegio Dominicano de Abogados de la República Dominicana, auspiciando de manera sostenida la participación de cientos de sus afiliados en las distintas actividades de capacitación que ofrecemos, como parte de nuestra labor formadora y fortalecedora del sistema de justicia en general.

Esta es la escuela que hemos podido construir para servir a todos nuestros hermanos y tener una mejor justicia en República Dominicana. Somos una organización dominicana que ha demostrado que podemos crear una institución pública de talla mundial. No obstante todo lo que hemos avanzado, el pueblo dominicano sigue teniendo el anhelo de vivir en un país donde se respeten las leyes y las instituciones. Por esta razón, no podemos estar conformes ni satisfechos con la justicia que tenemos hoy.

Queremos una mejor justicia para nuestros hijos y para nosotros mismos. Queremos un país donde se respete la institucionalidad y donde nadie esté por encima de la Constitución ni de las leyes.  De ahí que necesitamos  personas que estén insatisfechas con lo que hemos logrado, inconformistas que deseen con pasión hacer realidad el sueño de justicia que anhelan los dominicanos.

Este país que soñamos requiere de una Escuela Nacional de la Judicatura que vaya a contracorriente, y que sus egresados sean reconocidos en la sociedad por ser más honestos, más responsables, más trabajadores y más conscientes de que sólo con su ejemplo personal podrán contribuir a cambiar a sus familias, a su pueblo y a su país.

El ejemplo no es una forma de enseñar, es la única forma de enseñar, y ése ha sido uno de los pilares de nuestra escuela, sus directivos, sus docentes, sus colaboradores y sus egresados. A todos ellos, nuestra gratitud sin límites.

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