Quiero agradecerle a Dios y a cada uno de ustedes por estar aquí, realmente es una gran bendición el poder estar todos reunidos en el día de hoy por dos grandes razones
En primer lugar, hoy celebramos la Octava Graduación de la Escuela Nacional de la Judicatura, de la cual hoy egresan hombres y mujeres convencidos, comprometidos, formados y sobretodo abocados a cumplir uno de los sueños más anhelados por los dominicanos… hacer de la Administración de Justicia en nuestro país, un instrumento para la consecución de la Paz Social.
En segundo lugar, si bien cada graduación de la Escuela es muy importante, porque significa el cierre de un ciclo y el inicio de una esperanza en la República Dominicana que se encarna en cada uno de los graduandos, tenemos que agradecer de manera especial por esta y no encuentro mejor oportunidad para hacerlo, pues se produce en el marco de los diez años de existencia institucional de la Escuela Nacional de la Judicatura, que hoy también podemos rememorar con Ustedes, porque dentro de estos 10 años, tenemos historias juntos.
Permítanme, expresarles el honor que es para mí hoy como Director de la Escuela Nacional de la Judicatura, el poder dirigirme a todos los graduados, por el respeto que cada uno de ustedes tiene para mi, cuando estoy delante de un graduando de la Escuela estoy frente una ser humano muy especial, una persona que tiene el sueño de servir a su país, consiente de su responsabilidad histórica, que se ha esforzado, y ha trabajado para formarse de manera seria y profunda. Personas que hoy en día son reconocidas nacional e internacionalmente por su idoneidad y capacidad, seres humanos que tienen los valores, conocimientos y habilidades necesarios para poder servirle a su país y de esta manera contribuir para que en la República Dominicana el respeto y el cumplimiento de la institucionalidad nos permita ser considerados como un ejemplo para todo el mundo.
El esfuerzo de todos los que laboramos en la Escuela se ve recompensado con creces en momentos como este; hoy nuevamente es razón de dicha y entusiasmo para nosotros graduar a profesionales que se propusieron un día alcanzar la meta de ser Jueces o Defensores Públicos y hoy ven concretizada sus aspiraciones con la medición exacta de que sus logros fueron directamente proporcionales a sus esfuerzos y dedicación, Hoy culminan una etapa más en sus trayectorias profesionales.
Los hoy graduandos de la Escuela Nacional de la Judicatura han hecho lo mismo que los fundadores de la orden religiosa de los jesuitas: “Han trabajado como si el éxito dependiera de su propio esfuerzo, pero sabiendo que todo el éxito dependía de Dios”.
Nuestro reconocimiento más sincero a todos y cada uno de ustedes, los dejamos marchar con la convicción de que entregamos a la sociedad dominicana seres humanos formados, capacitados, comprometidos y motivados. Estos son los nuevos hombres y mujeres que harán vida en la justicia dominicana. La Escuela Nacional de la Judicatura tiene la certeza de haber cimentado en ustedes el fortalecimiento de los valores más trascendentes del ser humano, en nuestros espacios no sólo aportamos el bagaje cognoscitivo y de conocimiento que ameritan y que se requiere para desempeñar el rol de Juez y o Defensor Público, sino que además todos aquellos elementos no académicos que de manera integral permiten reforzar valores invaluables, como lo son la honestidad, la probidad, que hoy día resultan imperativos para la obtención de la paz y desarrollo social de nuestro país.
Tenemos un gran desafío como dominicanos, tenemos que luchar para que cada habitante de nuestro país tenga las mismas oportunidades, se les respeten por igual sus derechos y tengan confianza en las instituciones de su país, no existe una receta mágica para lograrlo, pero hoy sabemos que sin un capital humano de primer nivel y sin leyes que se apliquen con seriedad y rapidez no existe camino al desarrollo. Esos son los desafíos de la Escuela Nacional de la Judicatura. Nosotros nos preocupamos y nos esforzamos cada día por formar el mejor capital humano, los mejores profesionales, para que todos los dominicanos contemos con la mejor justicia.
La Escuela Nacional de la Judicatura es el producto de dominicanas y dominicanos que se están atreviendo a enfrentar las tareas difíciles de su país. Durante estos diez años hemos demostrado que es posible asumir desafíos a largo plazo, esos desafíos difíciles que siempre dejamos de lado, pues requieren perseverar y sostener el esfuerzo por largo tiempo, porque los resultados no se producen de inmediato. Formar un juez o un defensor no es una tarea que pueda realizarse de la noche a la mañana, requiere de un proceso que debe estar acompañado del esfuerzo de un equipo de personas que tallan con ilusión y espíritu de servicio la formación de seres humanos honestos, responsables y capaces.
El Pueblo Dominicano desde hace tiempo tiene un anhelo de justicia y para contribuir a hacer realidad ese anhelo, desde la sociedad civil, los profesionales y conocedores del Derecho, quienes conforman las diferentes toldas políticas que hacen vida en este país, todos ellos, pedían que se creará una escuela para formar a quienes se desempeñarían como los jueces y Defensores Públicos de la República Dominicana, somos parte de la respuesta a ese sueño que paso a paso y con esfuerzo se ha ido haciendo realidad, para dar respuesta a su dueño: el pueblo dominicano, porque esta escuela surgió para que el pueblo dominicano tenga cada día una mejor justicia. Nunca debemos olvidar que ese es nuestro principio y fundamento como institución
La Escuela nació soñada, pensada y gestionada por una mística de entusiasmo y entrega desinteresada de los jueces dominicanos a través de un trabajo en equipo que se ha desarrollo en los “Comités de la Escuela” y por la labor institucional conciente de cada uno de todos los integrantes de su Consejo Directivo. Es la misma Escuela, que con tesón, firmeza y dignidad apoya la labor de fortalecimiento institucional que hoy día lleva a cabo la Suprema Corte de Justicia de nuestro país con el liderazgo de su Presidente el Magistrado Dr. Jorge A. Subero Isa. Yo dirijo la escuela, pero si el Presidente de su Consejo Directivo no hubiese tenido la conciencia, voluntad y decisión de que esta fuese una institución comprometida con la formación y capacitación del Poder Judicial, en la que se fomentara la participación democrática y la transparencia, el esfuerzo estratégico y de gestión de nuestro equipo de trabajo no habría tenido estos resultados. Mis respetos señor Presidente, ha sido un honor y un aprendizaje inmenso trabajar bajo su liderazgo y quiero agradecer públicamente el apoyo que siempre usted me a dado, a pesar de mi forma independiente de actuar, siempre nos hemos sentido apoyados y motivados por usted, y en mi nombre y la de todo el equipo de trabajo se lo agradecemos.
Resultan innumerables los logros de la Escuela Nacional de la Judicatura a lo largo de estos DIEZ AÑOS, no escapa a nuestra historia, el hecho de ser una Escuela comprometida en la formación de todos los Jueces dominicanos que han ingresado a la carrera judicial y que hoy día lucen con perfiles redimensionados, Jueces que satisfacen el modelo de lo que debe ser un verdadero administrador de justicia, Jueces conscientes de la importancia del rol que deben desempeñar en nuestra sociedad, lo mismo para los Defensores Públicos, que conforman la Oficina Nacional de la Defensa Pública, institución que asume cada día la enorme responsabilidad que implica procurar asistencia permanente y de manera gratuita al justiciable.
La Escuela Nacional de la Judicatura coadyuvó a la formación de los integrantes del Ministerio Público en nuestro país, a la Policía Nacional y a los abogados, es decir, colaboró en el fortalecimiento del Sistema de Justicia Dominicano a raíz de los cambios que vivió la justicia en nuestro país en el marco de la Implementación de la Reforma Procesal Penal. Queremos aprovechar y reconocer en este momento la ardua labor de los Jueces y Defensores Públicos que con mística de trabajo, han asumido e impulsado con un liderazgo competente e idóneo la reforma procesal penal dominicana.
Nos llena de profundo orgullo y nos incentiva cada día a continuar innovando, el hecho de ser la única comunidad de Servicio Público, 100% educada en el uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Todos los aspirantes a Jueces de Paz y Defensores Públicos que ingresan a la Escuela Nacional de la Judicatura, cuentan con un computador personal y conectividad al servicio de Internet, al igual que la mayoría de los Jueces y Defensores Públicos del país. Esta iniciativa les permite investigar y actualizarse de manera permanente y, esto indudablemente impacta en la prestación de una mejor Administración de Justicia a la comunidad. Nos honra haber comprobado, en el marco de la Organización Internacional de Capacitación Judicial, de la Red Europea de Escuelas Judiciales y de la Red Iberoamericana de Escuelas Judiciales, que somos el Centro de Capacitación Judicial que más formación virtual ofrece a quienes integran el sistema judicial en el mundo y la primera en brindar una formación B-learning (presencial y virtual). Colaboramos con instituciones educativas nacionales e internacionales para promocionar el uso intensivo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación
Estudios realizados en América Latina nos han clasificado como la Escuela Judicial que ofrece el programa con dedicación exclusiva de formación de aspirantes a jueces y defensores, con más horas de capacitación y prácticas del continente americano. Además de tener el orgullo de ser la institución que más material educativo jurídico ha producido en la República Dominicana
Hemos tratado de ser lo mas transparentes posibles, abriendo nuestro interior y mostrando toda la información de nuestros procesos institucionales en la página Web, a tal punto que hasta la agenda del director aparece día por día.
A pesar de que aún impartimos docencia en furgones, porque no tenemos la infraestructura adecuada, no obstante, es esta pequeñita escuela del Caribe la que ha sido elegida y ratificada en una segunda ocasión como la Secretaría General de la Red Iberoamericana de Escuelas Judiciales (RIAEJ) y la que colabora con las distintas escuelas judiciales centroamericanas a través del Centro Centroamericano de Capacitación Judicial. Además hemos asesorado en la creación de la Red Mexicana y Argentina de Escuelas Judiciales.
Somos la Escuela Judicial de América Latina que mantiene las más activas relaciones con la Escuela Judicial Española y la Escuela de la Magistratura Francesa, con esta última celebramos desde hace ocho años de manera ininterrumpida la Temporada del Derecho Francés y la Justicia. Además hemos abierto las puertas a la comunidad jurídica nacional e internacional y a lo largo de estos años más de 100 jueces de Iberoamerica han participado en nuestros cursos virtuales y presenciales.
Somos la Escuela Judicial que apoyando al Colegio de Abogados de la República Dominicana auspicia de manera consecuente la participación de cientos de sus agremiados, en las distintas actividades de capacitación que ofrecemos, como parte de nuestra labor formadora y fortalecedora del Sistema de Justicia.
Somos la escuela que viabiliza que los jueces y defensores públicos dominicanos realicen un trabajo más comprometido con las comunidades más pobres del país. La misma que ha contribuido a la credibilidad del Poder Judicial Dominicano, a través de cada juez que imparte sentencias prontas y cumplidas, que permiten que avancemos hacia el anhelo de justicia del pueblo dominicano.
A partir de la creación de la Escuela Nacional de la Judicatura, la Constitución ha estado siempre presente en la vida jurídica dominicana.
Esta es la Escuela que Dios ha permitido que construyamos para servir a todos nuestros hermanos y tener una mejor justicia en la República Dominicana. Somos una institución dominicana, que ha demostrado que podemos crear una institución pública de clase mundial. Innovadora, de alto nivel profesional y al mismo tiempo con un amplio prestigio internacional que nos hace ostentar la marca-país de lo que somos, la Escuela Nacional de la Judicatura de la República Dominicana.
Las graduaciones y los aniversarios son ocasiones para celebrar, para reconocer lo mucho que se ha hecho, pero sobretodo, son ocasiones para mirar el futuro, para reconocer que aún cuando se ha hecho mucho lo pendiente nos compromete y nos exige seguir avanzando.
A pesar de todo lo que hemos avanzado, el pueblo dominicano sigue teniendo el anhelo de vivir en un país donde se respeten las leyes y las instituciones y que con ellos se logre que podamos vivir en paz, todos tenemos derecho a ser felices. Por esta razón, no podemos estar conformes ni satisfechos con la justicia que tenemos hoy, queremos una mejor justicia para nuestros hijos y para nosotros mismos.
Queremos un país donde se respete la institucionalidad y donde nadie esté por encima de la Constitución ni las leyes, así que necesitamos personas que estén insatisfechas con lo presente, que NO se conformen y deseen con pasión hacer una realidad el sueño de justicia que anhelan los dominicanos, estas son las personas que se forman en la Escuela Nacional de la Judicatura
Queremos una Escuela Nacional de la Judicatura, para personas que vean las cosas de manera diferente, para quienes creen que a todos los dominicanos se les deben respetar sus derechos en la misma proporción en que se les exige el cumplimiento de sus deberes sin importar su investidura.
Es que este país necesita de un ejemplo, necesita una Escuela en que todos sus integrantes crean y puedan vivir una ética que nos permita comulgar con un espíritu de justicia que transforme en más justa la realidad cotidiana de nuestras vidas.
Este país anhela y necesita de personas e instituciones como la Escuela Nacional de la Judicatura que introduzcan los cambios necesarios para tener una mejor administración de justicia, los cambios que se producen como resultado del respeto a la institucionalidad, los cambios que sólo logran los que se proponen transformar el mundo, porque sólo ellos lo pueden lograr.
Cuando comencé a trabajar en la Escuela Nacional de la Judicatura alguna vez le pregunte a jueces dominicanos, a varios aspirantes a jueces y defensores públicos, lo mismo que le preguntó Juan el Bautista a los discípulos de Jesús mientras estaba privado de su libertad: ¿Son ustedes lo que estábamos esperando o tendremos que esperar que vengan otros?