Discurso Juramentación de abogados 16 de octubre 2019 en honor a Bernardo Fernández Pichardo

16 de octubre de 2019

Abogadas y abogados,  

Estamos en la Sala Augusta de la Suprema Corte de Justicia. Esto quiere decir, que estamos en un espacio sagrado donde se imparte justicia para decidir, y con ello, determinar el Derecho. Como en cada tribunal en los que les tocará a ustedes  ejercer en lo adelante. Y digo que es un espacio sagrado, de respeto, porque la Justicia es la etapa última de la voluntad republicana. La Justicia es la garantía de la paz pública, donde se dirimen los conflictos, donde se busca garantizar y decidir sobre bienes y vidas. Esos espacios que soportan la vida en convivencia y la posibilidad de que en el entorno haya real armonía serán sus lugares de trabajo. 

Y es importante que se comprenda: los tribunales son sagrados porque más de 700 jueces y juezas de la república han entrado al sistema de justicia a través de la Carrera Judicial, que comienza en 1997. Son jueces gracias a procesos de selección alejados de la coyuntura política, sustentados en marcos legales y constituidos en garantía, a través de un sistema diseñado y ordenado por la Constitución de la República. 

Los jueces y juezas que componen el Poder Judicial son independientes, imparciales, responsables e inamovibles. Están sometidos a lineamientos que impiden presiones y legalmente dan seguridad. Es parte del diseño constitucional y legal. Sus decisiones se contrastan solamente con las leyes y normas que aplican, y el Derecho plantea las vías de su cuestionamiento.  

Ese proceso de institucionalización de la Justicia ha estado a su vez solventado por la formación en la Escuela Nacional de la Judicatura. Dos años en donde los jueces y juezas cursan y absorben contenidos y herramientas desde mecanismos pedagógicos. Su formación es avanzada y avalada por los cánones internacionales, por su calidad. Son un orgullo.  

El Poder Judicial son sus jueces y servidores. Los órganos que soportan la justicia son un entramado sistémico. Esa es la patria más allá de los símbolos: la concreción de sus instituciones. No es un abono a la salud democrática y, por tanto, juega en su contra atacarle por descartar a una persona. Los jueces y juezas merecen hacer su trabajo aislados del fragor político y las ambiciones. Cualquier inclusión en la agenda del tema busca complicar su trabajo y facilita el camino a los enemigos de la legalidad. Abogadas y abogados, si quieren atacar a alguien, háganlo en el marco del Derecho.  

Elijan siempre el respeto a las decisiones, respeto a la honorabilidad de esos jueces y juezas. Les invito a respetar ese entramado, a construir cuidándolo. El sistema de justicia, los jueces y juezas y servidores que le componen, hacen y harán todo lo que está en sus manos. Trabajan para mejorar sus servicios y asegurar convertir al Poder Judicial en un modelo de justicia para la región. Soportaré los golpes que haya que soportar para que cada servidor judicial pueda hacer su labor y seguir decidiendo con justicia, basado en el Derecho. Si hacen mal, el sistema cuenta con los mecanismos éticos, disciplinarios y legales para lo requerido. Si obran bien, la patria les honrará su trabajo. Escudar críticas veladas particulares, atacando a todo el sistema es irresponsable y, además, un intento de tomadura de pelo, que la sociedad dominicana sabrá cobrar.  

Abogadas y abogados, 

Les invito a hacerse parte todos los dias, de quienes empujan para el dinamismo y la evolución del Derecho y la Justicia. Que agreguen pasión por el trabajo, su trabajo, que hará país siempre que pongan al país primero. Que cada cosa que hacemos es el país que construimos. Y que no tenemos otra manera de construirlo que haciéndolas lo mejor posible, todos los días de cara a las instituciones.

El Poder Judicial está conformado por hombres y mujeres que han sabido asumir la responsabilidad de impartir justicia con probidad pero también con un alto grado de compromiso. Un compromiso colectivo y particular. Tienen años trabajando duro, decidiendo y dándolo todo para que este país cuente con una administración de justicia eficaz. Internamente no reciben ni recibirán presiones de ningún tipo a la hora de tomar sus decisiones jurisdiccionales. Construyen su trabajo diario en el marco establecido y bajo los mecanismos regulados por las leyes. Somos pequeños ante lo que soporta la institucionalidad del país: los derechos de los dominicanos y dominicanas. Es responsabilidad de cada uno y cada una pensar en los problemas con perspectiva, y asumir un rol ante esos problemas. Sobre todo, de qué modo podemos ejercer nuestra profesión y nuestras búsquedas, sin sumar a esos problemas, sin acrecentarlos para obtener ventajas pasajeras.  

Todas las cuestiones humanas son perfectibles. Sin embargo, las críticas al Poder Judicial, las irresponsables atribuciones de parcialidad, deberían ser hechas de cara a la luz, de manera directa y precisa, si son honradas. El Poder Judicial es expresión superior del andamiaje en la Constitución de la República, soportado en la voluntad de la sociedad organizada y expresada. Un espacio de evolución  constante en busca de la Justicia, de dirimir los conflictos de la gente, en cada caso concreto e independiente. En el escritorio de cada juez están los libros y roles, su modo de interpretar las reglas a través de estos. Nuestra responsabilidad soporta garantías sobre los aspectos más sensibles.

Si un juez toma una decisión cuestionable los niveles del sistema determinan que esta sea corregida, si no es correcta. Por eso les invito a abogar por los intereses de sus defendidos haciendo lo correcto. Y nunca pedir más que lo correcto, lo justo, lo que avalan las fuentes del Derecho, cuando de hacer justicia se trate. 

Abogadas y abogados, damas y caballeros, 

A ustedes corresponde ahora, en los tribunales, ganar o perder la batalla por la verdad y la justicia, por la democracia y su garante: el Estado de Derecho. Una misión que hay que ejercer inflamados de patriotismo constitucional, de respeto por las reglas, de compromiso y amor por el Poder Judicial, el Derecho y la República.  

Ese amor del cual fue testimonio la vida y los aportes del Dr. Bernardo Fernández Pichardo. Un jurista consagrado y maestro de generaciones. Un estudioso actualizado y constante, de aportes de impacto imperecedero en el Derecho civil y Comercial.  

La importancia de valorar la trayectoria de hombres y mujeres en este escenario está en el rescate de sus aportes. La ponderación de su valor para que las nuevas generaciones puedan rescatar ganancia de su camino. El Derecho requiere los cuidados delicados del estudio como cultivo. Y como ejemplo ilustrador de que es posible mejorarlo, dedicamos esta juramentación de abogados al profesor Fernández Pichardo,que debe ser un faro para quienes estamos aquí. Un faro que transmita y sea reconocido y ponderado con justeza, pues su estatura es de los grandes estudiosos dominicanos.  

El país cuenta con ustedes, con su capacidad de ponerlo primero. Con la confianza en el trabajo bien hecho y la constancia al hacerlo, República Dominicana sabrá recompensarles. 

En nombre y representación de la Suprema Corte de Justicia, les declaro legalmente investidos como abogados y abogadas. ¡Muchas felicidades y que tengan el mayor de los éxitos en su profesión! 

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