Discurso Juramentación de abogados 02 de octubre 2019 en honor al Dr. Hugo Álvarez Valencia

2 de octubre de 2019


Abogadas y abogados, 
 

Bienvenidos a esta Sala Augusta. Un espacio de respeto a los ritos y normas más propios y elevados del ejercicio jurídico. Un espacio de evolución  constante en busca de la Justicia, en procura concreta por hacer valer derechos. Un símbolo de la búsqueda que cuenta con todos los presentes, un compromiso también, que adquirimos todos los presentes. Quienes ejercemos en este espacio armados del Derecho tenemos el mismo compromiso con este y sus fuentes, que quienes vienen ante nosotros a dirimir conflictos con otros o con la sociedad. Y el Derecho requiere de un tributo necesario del que son compromisarios, sobre todo, aquellas y aquellos que cuentan con la gracia del entendimiento. Requiere conciencia de ser sujeto de derechos por parte de todos los ciudadanos y ciudadanas, pero sobre todo, conciencia de humanidad.Por eso les invito, 148 abogadas y 128 abogados, a fortalecer esa ruta por la justicia con su profesión bien ejercida. 

El Derecho como entidad viva es la lucha democrática y sofisticada de esa misma lucha, lo que pone en su centro a la sociedad y a las personas. En palabras de Elena Alfaro, “vaciar de significados los conceptos fundamentales permite pervertirlos y que la legalidad se devore a sí misma”. Por eso es importante que los dominicanos y dominicanas comprendamos el Derecho y con ello, el hecho de que “la forma no es mero contenedor del fondo, sino que los vicios de la primera son síntomas y muchas veces origen de los vicios del segundo”. 

La transparencia es el camino de la confianza, a pesar de llevar en sí el peso de una opinión publicada que muchas veces puede jugar contra la libertad el juego de los libres.Es la expresión del servicio de cara a la luz del Sol y por ende, el compromiso lejos de concilios sobre ilícitos y falsos testimonios por el bien. Obrar con fe en el sentido de esa misión es un compromiso tambien de todos los presentes.  

El silencio, la soledad, la meditación como refugio ante cada decisión que debe ser fruto de la calmada reflexión ante los retos del Derecho, de la sana crítica y la contemplación de los principios. Solo desde ahí es posible atender las pautas legales y barreras que cuidan su independencia. Esa intención sesuda y sosegada ante los libros y códigos, ante el deber, nos da la perspectiva necesaria para actuar ante la Justicia sin dañarla. El ánimo y el trabajo responsable por el Estado de Derecho, que es la convivencia misma, son savia de esa tan mentada y exigida independencia. Los enemigos de esta no son aquellos que se atreven a hacer causa común por ideas o modelos de gestionar, sino aquellos que  aún desvinculados, apuestan a la tempestad y azuzan el desastre. La voluntad y la certeza de los límites y su valor, aseguran en la función judicial, y en sus auxiliares, la consecución del óptimo posible. Lejos del ruido inmisericorde, que no contempla el resultado de sus obras.  

La independencia del juez es primero personal.Esta es una obligación reservada solo a los que fungen de árbitros, y es la clave para hallar la verdad, toda la verdad, como precursora de la justicia. El prejuicio es libre. El miedo le abre la puerta y se sienta entre nosotros. Se aprovecha de la duda y la falta de fe. Al ser tradición secular, ese miedo nos brinda la oportunidad, cada vez. Pues no solo para el juez supone un desafío diario vencerle. A ello estamos obligados. 

Estado de Derecho es la seguridad de que el marco de las instituciones, que regulan nuestra cultura y nuestras relaciones, debe contar con garantías para las personas. Trabajar por este es posible lejos del cinismo, del ánimo descreído y la voluntad maniatada por los vinagres del lujo propio o ajeno. Sospecho que en la legalidad de los hechos y actos jurídicos reside un gran poder para estas garantías. Y es por esto que no podríamos caer de rodillas a lo que parece, sino buscar lo que es realmente. En la certeza y en los límites, en las capacidades de las leyes, en las posibilidades de los valores jurídicos que sostienen el camino de la igualdad ante las leyes está la Justicia.  

El Poder Judicial, sus jueces, los auxiliares de la justicia y la sociedad deben saber que la Justicia independiente es posible solamente abrazando las reglas que le dan forma y sentido. Los lineamientos, leyes, reglamentos y principios son mecanismos para la aplicación de un  contexto y una mística de nuestra labor, todos los días. Sin esto, es imposible sostener la verdadera independencia: aplicar las leyes a la luz de la doctrina y tomando en cuenta la jurisprudencia. Hacerlo bien, jamás llama a suspicacias que no tengan detrás ecos de voces interesadas. Y cuando hay duda, ahí está el Derecho nuevamente, como espacio de lo comprobable. 

Abogadas y abogados, damas y caballeros, 

A ustedes corresponde ahora, en los tribunales, ganar o perder la batalla por la verdad y la justicia, por la democracia y su garante: el Estado de Derecho. Una misión que hay que ejercer inflamados de patriotismo constitucional, de respeto por las reglas, de compromiso y amor por el Poder Judicial y la República. Esos mismos compromiso y amor que profesaba con acciones el maestro Hugo Álvarez Valencia. Sus aportes al Derecho son elocuentes y proyectan su legado.Un profesional comprometido y dispuesto a trabajar por la justicia y su independencia con las acciones. Un enamorado del Derecho. Compromisario de las garantías democráticas estudioso y activo impulsor de la justicia. Nieto e hijo de jueces memorables. Recuerdo que me contaba mi padre, quien fue perseguido por su militancia social-cristiana y tuvo la necesidad de esconderse en más de una ocasión. Una de ellas fue memorable. En la casa de la familia Álvarez Valencia recibió asistencia y protección. Asi que tambien a título personal debo este homenaje por un hecho que permitió que yo naciera y que pudiera disfrutar de mi papá durante más tiempo.  

Estudien su vida, conozcan su trabajo jurisdiccional y jurídico, sigan el ejemplo de don Hugo Álvarez Valencia. 

En nombre y representación de la Suprema Corte de Justicia, les declaro legalmente investidos como abogados y abogadas. ¡Muchas felicidades y que tengan el mayor de los éxitos en su profesión! 

 

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