Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

25 de noviembre de 2025

Palabras de apertura

Acto Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer


¡Una sociedad justa es aquella que  garantiza a sus mujeres una vida

libre de miedos!

Muy buenos días a todas y todos.

Permítanme extender

un saludo fraterno y respetuoso 

a todas las juezas y todos los jueces

del Poder Judicial.   

De manera especial a mis compañeras y compañeros 

de la Suprema Corte de Justicia;

y, muy particularmente, a la Magistrada Nancy Salcedo,

Coordinadora de la Comisión de Justicia

y Género del Poder Judicial

y en su persona,

a todos los integrantes

de dicha Comisión.

Saludo con profundo aprecio a los representantes de los

poderes del Estado, Organismos Internacionales

y al cuerpo Diplomático aquí presente;

A los conferencistas nacionales e internacionales, 

a los abogados y al público en general.

A todas y todos muchas gracias por estar aquí.

Nos reunimos hoy para conmemorar una fecha

que nos toca profundamente como sociedad y como nación.

Cada 25 de noviembre, el mundo recuerda

a las Hermanas Mirabal.

Tres mujeres dominicanas

que pasaron a representar

algo más grande que ellas mismas:

Un símbolo de libertad, igualdad, dignidad y resistencia,

frente a la violencia y la opresión.

Su sacrificio

nos recuerda que la lucha

por la libertad y por la vida digna 

es también una lucha

por la justicia.

Dentro del marco

de esta conmemoración, 

les invito a mirar de frente

una realidad que nos duele

y que, lamentablemente,

aún persiste.

La violencia contra las mujeres

es una manifestación

de la desigualdad

y una violación directa

de los derechos humanos.

Es una herida

que atraviesa generaciones

y que exige del Estado,

y en particular,

del sistema de justicia,

una respuesta firme,

humana y constante.

Ningún país, que se considere democrático,

puede lograr plena estabilidad

y desarrollo, si la violencia contra la mujer está  

normalizada en su cultura.

El sufrimiento que este flagelo genera, 

destruye o lacera la vida

de cientos de mujeres

en República  Dominicana

e impacta negativamente

a familias, comunidades

e instituciones públicas, afectando la confianza social

y limitando el ejercicio pleno

de derechos.

El Poder Judicial asume

con responsabilidad

su parte en esta tarea.

Nuestra misión va más allá

de dictar sentencias:

nos corresponde proteger,

sancionar y reparar,

pero también,

prevenir y educar.

La justicia debe contribuir

a eliminar las causas estructurales 

de la violencia.

La República Dominicana

dio un paso importante con la promulgación de la Ley 24-97,

que incorporó al Código Penal

los delitos vinculados

a la violencia intrafamiliar

y contra las mujeres.

Pero sabemos que las leyes,

por sí solas,

no cambian las realidades.

Hasta que las leyes no se cumplen

en la vida cotidiana

son solo una promesa.

Por eso las juezas y los jueces

tenemos un gran desafío:

transformar esas promesas

en realidades tangibles,

para que cada mujer 

que necesite protección

encuentre en el Estado

una respuesta oportuna,

que permita cerrar

el ciclo de la violencia.

Esa respuesta

no puede ser sólo de represión.

Tenemos que reeducar,

transformar la cultura masculina

de la violencia,

en una cultura masculina

de tolerancia, comprensión

y armonía.

Los estudios de nuestro

Observatorio del Poder Judicial

revelan la magnitud de esta tarea.

Los casos relacionados

directamente con violencia

representan un 55%

de lo que ingresa en materia penal,

y de estos,

el 36% corresponde a violencia

de género e intrafamiliar.

Estas cifras

no son solo estadísticas;

son un mapa que 

nos permite dimensionar

el problema,

tomar decisiones informadas 

y ejecutar acciones que mejoren,

constantemente,

el servicio de justicia.

Quiero dirigirme a las mujeres

que han sufrido violencia,

a las que hoy nos escuchan

y a las que no han podido hacerlo,

quiero decirles con toda claridad:

estamos con ustedes,

las escuchamos

y nos comprometemos

a seguir trabajando

para que su camino hacia la justicia

sea cada vez

más fácil y accesible.

Cada paso que damos

para asegurar un trato digno

en nuestras sedes judiciales

es un paso que honra

la memoria de las víctimas

y fortalece la confianza

en las instituciones.

Por eso, nuestro trabajo se enfoca

en una narrativa de transformación institucional:

Hemos implementado

mejoras significativas

para que las órdenes de protección

se dicten con mayor rapidez.

Logramos reducir el tiempo promedio

de respuesta en un 72%,

al pasar de 12 días a sólo 3, lo que representa

una diferencia vital entre la seguridad y el riesgo

de miles de mujeres.

Nuestros equipos de atención

reciben formación constante

en perspectiva de género

y derechos humanos.

Porque una justicia imparcial

debe ser, ante todo, una justicia

empática e informada.

Hemos impulsado

la digitalización de procesos

y la mejora de sistemas

de alerta temprana, asegurando que la tecnología no sea un obstáculo,

sino un puente hacia la protección oportuna.

El acceso a la justicia

no es un privilegio;

es un derecho humano inalienable

que se debe ejercer

sin miedo y sin obstáculos,

sin importar género,

situación económica,

situación migratoria

u otras similares.

La lucha contra la violencia

no empieza ni termina

en los tribunales.

Requiere la acción conjunta

de la sociedad:

de las familias,

las escuelas,

las comunidades,

los medios de comunicación

y las iglesias.

Cada uno de nosotros tiene

la responsabilidad de educar

para prevenir,

de desafiar los patrones culturales que han normalizado la violencia

y romper el silencio

cuando ocurre cualquier forma

de maltrato.

Desnormalizar

la cultura de violencia

es la única vía para establecer una cultura de paz.

Esta lucha también nos interpela a nosotros, los hombres,

a asumir con responsabilidad

nuestro papel como aliados

en la construcción

de una sociedad más igualitaria

y libre de violencia.

La masculinidad más fuerte

no es la que domina, sino la que protege, respeta

y promueve la igualdad.

Nuestro compromiso institucional

se refleja en cada decisión,

en cada reforma que emprendemos,

y en cada política que prioriza

la dignidad humana.

Una justicia que no defienda la vida y

la integridad de las mujeres

no puede llamarse

verdaderamente justa.

Hoy, al recordar a las Mirabal,

recordamos también a todas las mujeres

que siguen enfrentando la violencia en sus múltiples formas.

Que este día no sea solo un acto simbólico,

sino el sello de un pacto vivo y firme entre instituciones

y ciudadanía.

Un pacto por la vida, por la igualdad y por la paz.  

Muchas gracias. 

Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Más antiguo
Más nuevo Most Voted
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios