En diversos artículos y estudios sobre los países que han logrado alcanzar el desarrollo, se postula que la combinación de tres factores explica su éxito: 1) inversión en capital humano, 2) el establecimiento de un régimen de derecho y buen gobierno, y 3) una economía orientada a la competitividad y el fomento de las exportaciones.
Debemos entender que los esfuerzos e inversiones para tener una educación de calidad, un régimen de derecho, una economía competitiva y una administración pública eficiente y confiable son cruciales si queremos que nuestra sociedad alcance el clima de productividad, eficiencia y equidad que son imprescindibles para alcanzar el desarrollo humano.
Sin embargo, a pesar de que se ha avanzado en la generación de consenso en relación con ciertos compromisos, como por ejemplo el del financiamiento de la educación, esto no revierte en un cambio fundamental en las actuaciones públicas y privadas respecto de los otros temas. Dado que vivimos en una sociedad abierta, la raíz de esta debilidad no radica en el temor, sino en la combinación de incredulidad, desapego e impotencia que se han ido imponiendo como rasgos de la cultura dominicana en los últimos tiempos. Debemos discernir y encontrar la raíz de este estado de aparente indiferencia colectiva frente a nuestros propios problemas, porque de ello depende que afrontemos con éxito los retos que se avecinan.
Necesitamos convicción acerca de las estrategias y metas por parte de los principales actores y liderazgos del país para crear el estado de ánimo y la cultura requeridos frente a los retos señalados.
Publicado en Santo Domingo, en fecha 12 de agosto 2011, ver publicación en Noticias SIN