Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra
Recinto Santo Tomas de Aquino
Quincuagésima Graduación
Santo Domingo, República Dominicana
Centro de Convenciones, Puerto de Sans Souci
Hace veinte años, como ustedes yo estaba recién graduado y sentía un gran vacío y una incertidumbre que me agobiaba, era la sensación de no saber prácticamente nada, como quizás les sucede a algunos de ustedes ahora.
Quiero proponerles que compartamos experiencias. Quiero que, en parte, estas palabras se refieran a lo que yo viví y probablemente ‐‐en otras circunstancias‐‐ sea lo que ustedes hoy sienten y piensan.
Quiero que compartamos nuestras vivencias personales de modo que podamos seguir aprendiendo como una actitud (con c), ánimo, motivación, determinación o postura y una aptitud (con p) capacidad, habilidad o idoneidad que nos acompañe a todo lo largo de nuestras vidas.
En esos primeros tiempos de mi trayectoria profesional, influenciado por la sensibilidad y el compromiso político que se vivía en mi ambiente familiar, me inclinaba al trabajo social. Yo había sido parte de un movimiento estudiantil orientado por un sacerdote jesuita y tenía contactos con el movimiento popular y en especial con las organizaciones sociales vinculadas a la iglesia católica.
Por esa vía me integré al Centro Dominicano de Asistencia e Investigaciones Legales, CEDAIL de la Conferencia del Episcopado Dominicano. Y a través de éste formé parte de los inicios de Ciudad Alternativa, una entidad que propugnaba por reformar los barrios marginales respetando y protegiendo el tejido social desarrollado por sus moradores.
Mis convicciones de esa época hasta me llevaron a mudarme y residir en “el barrio” como le decíamos al sector La Esperanza de Los Guandules. Esa experiencia me ha marcado por el resto de mi vida.
Pero, dos años después, llegó el momento del cambio. Decidí probarme como abogado en el sector privado.
No tenía experiencia válida para los criterios del sector privado, no tenía conexiones ni relaciones. Pero, usando las páginas amarillas de la guía telefónica (es que entonces no existía google) hice una lista de los bufetes o firmas más prestigiosos del país. Y a cada uno de ellos dirigí mi solicitud de empleo y mi muy corto currículum.
La vida quiso que lograra ser contratado en una de las oficinas de abogados de mayor prestigio en el país, Pellerano & Herrera, en el puesto más bajo de su estructura. Confieso que en ese ambiente de altísimos estándares profesionales yo estaba perdido.
Mi desempeño inicial no fue bueno, hasta el punto de que ya la gerencia de la firma había decidido prescindir de mis servicios. Como ven, mi primera inserción en uno de los bufetes de mayor prestigio del país parecía que iba a concluir en un fracaso.
Me vi confrontado por el fracaso y entonces recordé una enseñanza del reverendo padre Fernando de Arango, quien luego de que yo terminara una tarea de organización que hice en varias provincias, por encargo del MEC ‐‐Movimiento Estudiantil de Concientización‐‐ me indicó: “Henrito, vas a tener que aprender a comenzar muchas veces”.
Y así, comenzando de nuevo, como tal vez lo están haciendo ustedes ahora, aprendiendo de mis errores, buscando respuestas, logré sobreponerme a la frustración inicial y remontar los errores para entonces alcanzar el éxito y la satisfacción. Mi desempeño mejoró, así como mi situación profesional y mi economía personal.
Sin embargo, confieso que en esa época me acompañaban la incertidumbre y la ansiedad por el futuro y por tomar las decisiones correctas. No me daba cuenta de que el futuro ya estaba ahí, de que se estaba haciendo realidad con mis acciones y las de cientos de miles, millones de personas al mismo tiempo.
Ahora, ustedes y nosotros tenemos herramientas superiores para actuar, para saber y para ejercer nuestro criterio para que el futuro se parezca más a lo que soñamos, para cambiar nuestro presente. Bienvenidos al futuro, ya está aquí. Ustedes lo están haciendo ya, todos somos parte de él y lo estamos decidiendo ya. Sus dudas, la incertidumbre, más que sobre qué hacer y cómo hacerlo probablemente sea sobre por qué tomar una decisión y no otra, sobre ¿qué debemos elegir?.
Personalmente, he observado que el problema del por qué a ustedes le afecta en gran medida. A mi también me afectó y la solución que encontré fue apoyarme en el referente de la figura, la personalidad y la reputación de mi padre, que me precedían, así como a dos hechos: una consistente formación en la espiritualidad Ignaciana y mi pertenencia a redes y grupos solidarios. Tales influencias, si bien me colocaban criterios de valor muy altos y exigentes, me aportaban la seguridad y la firmeza de convicciones.
Hoy en día, pareciera que quizás no siempre contemos con referentes éticos. No obstante ahora tenemos algo nuevo y distinto a nuestro favor: Contamos con la posibilidad de conectarnos con gente a escala global; contamos con la posibilidad de consultar sobre criterios y valores de un determinado actuar a millones de personas y experiencias. Hoy día, en gran medida el por qué sólo puede ser planteado y respondido en red. Sé que ya muchos de ustedes lo hacen así y que otros tantos pronto incorporarán esa forma de tomar las decisiones más importantes de sus vidas.
Se que algunos de ustedes, quizás muchos, ya han tenido que comenzar otra vez, han tenido que volver a empezar o tal vez algunos aun no saben por donde comenzar.
Para todos, es importante comprender que el éxito no es cuestión de no equivocarse, sino de perseverar y aprender de los propios aciertos, de los propios errores y de los ajenos. El éxito depende de pequeñas variaciones en lo que ya hemos hecho antes, o en la adaptación sutil de lo que otros hacen. Eso lo hemos aprendido y también que el éxito no es tanto el logro de las metas, sino el logro de ellas conservando los valores, siendo fiel a uno mismo.
En mi caso, habiendo alcanzado la estabilidad laboral y profesional sentía, sin embargo, que debía cambiar otra vez. Fue entonces cuando decidí irme a Chile, a realizar una maestría, dejando atrás lo que había logrado hasta entonces. Comenzaba otra vez.
Fui a Chile y cursé la maestría en Derecho Público, mención Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Católica de Chile, una experiencia de vida que me conectó con otras personas, ideas y cultura diferentes y me permitió contrastar mis ideas y mi práctica.
Completados los estudios profesionales, regresé al país. Entonces me involucré, en calidad del consultor por cuenta del Banco Mundial, en la gestión de la reforma judicial en el país. Unos meses después pasé a formar parte del Comisionado de Apoyo a la Reforma y Modernización de la Justicia, alcanzando incluso la condición de Director Ejecutivo. Pero las diferencias de enfoque con la persona que ocupaba el puesto de Comisionado, concluyeron en mi destitución de ese organismo. Otra vez estaba como al principio, pero con más responsabilidades personales: ya tenía una familia a mi cargo.
Inicié labores en lo que en ese entonces era la gestación de la Escuela Nacional de la Judicatura y luego gané el concurso de oposición para ser el primer Director de la naciente institución.
Era una nueva responsabilidad, en algo totalmente innovador en el país. Y para abordar las nuevas tareas comencé a conectar en red a la Escuela con las organizaciones, experiencias y personas que trabajaban objetivos, medios y procesos similares a los de la Escuela. Otra vez, trabajar en red me salvó, me dio la oportunidad de aprender y tener éxito en la gestión del proceso de formación del personal del Poder Judicial, responsabilidad que desempeñé por doce años, hasta enero pasado.
Me gustaría destacar de estas experiencias que en la sociedad red, de la que tanto ustedes como nosotros somos parte, esa forma de actuar en interacción con muchas otras personas, es lo usual, lo cotidiano: se interactúa a través de medios y redes sociales, a través de otras tecnologías de la información y la comunicación también; se interactúa con miles de personas en un espacio global y de esa interacción, utilizada inteligente y proactivamente surgen las respuestas acerca del cómo actuar.
Es decir que si revisamos nuestras experiencias personales o las de otros cercanos a nosotros veremos que en cuanto al cómo actuar, en cuanto a los valores tendemos a coincidir y reforzarnos con comunidades virtuales, con redes e interacciones regulares con una determinada población en cuyos criterios y modos de actuar nos reforzamos. La definición del cómo hacer las cosas es también, en estos tiempos, un proceso social. Pero al ser interactivo, dinámico y en tiempo real, nos permite mantener la fidelidad a nuestros valores y creencias, nos ayuda a mantenernos fieles a nosotros mismos.
Es que vivimos una realidad virtual y presencial, incontenible y creadora de innovación social, económica, tecnológica y política. Esta realidad de la que somos parte, me fascina, porque hoy tenemos mucho más capacidad de acierto, hoy tenemos una infinitud de referencias para aprender y para enriquecer nuestros criterios y capacidades. Y hoy el efecto de nuestras limitaciones, de nuestros fallos, es menor porque queda diluido en las relaciones en red.
Quiero aclarar que en estos procesos personales no es que no haya habido traspiés, caídas. Las hubo. Pero el trabajo en red y el aprendizaje desde la propia experiencia es lo que nos ha permitido seguir adelante.
Ahora, después de doce años dirigiendo la Escuela Nacional de la Judicatura, después de haber logrado cierta comodidad con lo que se hacía en la Escuela, desde enero pasado me he lanzado a una nueva experiencia personal relacionada con la sociedad red desde el sector privado y a un nuevo compromiso social desde la actividad intelectual y política. Como todo comienzo es lento, exigente y duro. Pero me ilusiona, me apasiona porque es una cantera infinita de posibilidades.
Muchos de ustedes se encuentran en situaciones similares. Los felicito y los abrazo porque somos de los que nos estamos atreviendo: estamos viviendo en red. Para nosotros no hay nada más importante que las personas.
Nuevamente les digo que el futuro ya está aquí. Que tenemos las herramientas para cambiar el mundo y para ser exitosos.
Les aseguro que tanto para ustedes como para mi, todo lo mejor está por venir. Y estoy seguro de que podemos contar los unos con los otros.
!Ustedes, graduandos, son una muestra de que se puede!
Muchas gracias
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Henry@henrymolina.com
Publicad en Santo Domingo, fecha Sábado 2 de abril de 2011.