Aprendizajes que generan futuro

28 de abril de 2011

Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra
Recinto  Santo Tomas de Aquino
Quincuagésima Graduación

Santo Domingo, República Dominicana
Centro de Convenciones, Puerto de Sans Souci

Hace  veinte  años,  como  ustedes  yo  estaba  recién  graduado  y  sentía  un gran vacío y una incertidumbre  que me agobiaba, era  la sensación de no saber  prácticamente  nada,  como  quizás  les  sucede  a  algunos  de  ustedes ahora.

Quiero proponerles que compartamos experiencias. Quiero que, en parte, estas  palabras  se  refieran  a  lo  que    yo  viví  y  probablemente  ‐‐en  otras circunstancias‐‐ sea lo que ustedes  hoy sienten y piensan.

Quiero  que  compartamos  nuestras    vivencias  personales    de  modo    que  podamos  seguir  aprendiendo  como  una  actitud  (con  c),  ánimo, motivación,  determinación  o  postura  y  una  aptitud  (con  p)  capacidad, habilidad o idoneidad que nos acompañe a todo lo largo de nuestras vidas.

En esos primeros tiempos de mi trayectoria profesional, influenciado por la  sensibilidad  y  el  compromiso  político  que  se  vivía  en  mi  ambiente familiar,  me  inclinaba  al  trabajo  social.  Yo  había  sido  parte  de  un movimiento  estudiantil  orientado  por  un  sacerdote  jesuita  y  tenía contactos con el movimiento popular y en especial con  las organizaciones sociales vinculadas a la iglesia católica.

Por  esa  vía  me  integré  al  Centro  Dominicano  de  Asistencia  e Investigaciones  Legales,  CEDAIL  de  la  Conferencia  del  Episcopado Dominicano.  Y  a  través  de  éste  formé  parte  de  los  inicios  de  Ciudad Alternativa,  una  entidad  que  propugnaba  por  reformar  los  barrios marginales respetando y protegiendo el tejido social desarrollado por sus moradores.

Mis convicciones de esa época hasta me llevaron a mudarme  y residir en “el barrio” como le decíamos al sector La Esperanza de Los Guandules. Esa experiencia me ha marcado por el resto de mi vida.

Pero,  dos  años  después,  llegó  el  momento  del  cambio.  Decidí  probarme  como abogado en el sector privado.

No tenía experiencia válida para los criterios del sector privado, no tenía conexiones  ni  relaciones.  Pero,  usando  las  páginas  amarillas  de  la  guía telefónica (es que entonces no existía google) hice una lista de los bufetes o firmas más prestigiosos del país. Y a cada uno de ellos dirigí mi solicitud de empleo y mi  muy corto currículum.

La  vida  quiso  que  lograra  ser  contratado  en  una    de  las  oficinas  de abogados de mayor prestigio en el país, Pellerano & Herrera, en el puesto  más  bajo  de  su  estructura.  Confieso  que  en  ese  ambiente  de  altísimos estándares profesionales yo estaba perdido.

Mi desempeño inicial no fue bueno, hasta el punto de que ya la gerencia de  la  firma  había  decidido  prescindir  de  mis  servicios.  Como  ven,  mi primera  inserción    en  uno  de  los  bufetes  de  mayor  prestigio  del  país parecía que iba a concluir en un fracaso.

Me  vi  confrontado  por  el  fracaso  y  entonces  recordé  una  enseñanza  del reverendo padre Fernando de  Arango,   quien luego de que  yo terminara una tarea  de organización que  hice  en  varias  provincias,  por  encargo  del MEC  ‐‐Movimiento  Estudiantil  de  Concientización‐‐  me  indicó:  “Henrito, vas a tener que aprender a comenzar muchas veces”.

Y  así,  comenzando  de  nuevo,  como  tal  vez  lo  están  haciendo  ustedes ahora,  aprendiendo  de  mis  errores,  buscando  respuestas,  logré sobreponerme a la frustración inicial y remontar los errores para entonces alcanzar  el  éxito  y  la  satisfacción.  Mi  desempeño  mejoró,  así  como  mi situación profesional y mi economía personal.

Sin  embargo,  confieso  que  en  esa  época  me  acompañaban  la incertidumbre  y  la  ansiedad  por  el  futuro  y  por  tomar  las  decisiones correctas.  No  me  daba  cuenta  de que  el  futuro  ya  estaba  ahí,  de  que  se estaba  haciendo  realidad  con  mis  acciones  y  las  de  cientos  de  miles, millones de personas al mismo tiempo.

Ahora, ustedes y nosotros tenemos herramientas superiores para actuar, para  saber  y  para  ejercer  nuestro  criterio  para  que  el  futuro  se  parezca más  a  lo  que  soñamos,  para  cambiar  nuestro  presente.  Bienvenidos  al futuro, ya está aquí. Ustedes lo están haciendo ya, todos somos parte de él y lo estamos decidiendo ya. Sus dudas, la incertidumbre, más que sobre qué  hacer  y  cómo  hacerlo  probablemente  sea  sobre  por  qué  tomar  una decisión y no otra,  sobre ¿qué debemos elegir?.

Personalmente,  he  observado  que  el  problema  del  por  qué  a  ustedes  le afecta en gran medida. A mi también me afectó y la solución que encontré fue apoyarme en el referente de la figura, la personalidad y la reputación de mi padre, que me precedían, así como a  dos hechos: una consistente formación en la espiritualidad Ignaciana y mi pertenencia a redes y grupos solidarios.  Tales  influencias,  si  bien  me  colocaban  criterios  de  valor  muy altos y exigentes, me aportaban la seguridad y la firmeza de convicciones.

Hoy  en  día,  pareciera  que  quizás  no  siempre  contemos  con  referentes éticos. No obstante ahora tenemos algo nuevo y distinto a nuestro favor: Contamos  con  la  posibilidad  de  conectarnos  con  gente  a  escala  global; contamos  con  la  posibilidad  de  consultar  sobre  criterios  y  valores  de  un determinado  actuar  a  millones  de  personas  y  experiencias.  Hoy  día,  en gran medida el por qué sólo puede ser planteado y respondido en red. Sé que  ya  muchos  de  ustedes  lo  hacen  así  y  que  otros  tantos  pronto incorporarán  esa  forma  de  tomar  las  decisiones  más  importantes  de  sus vidas.

Se  que  algunos  de  ustedes,  quizás  muchos,  ya  han  tenido  que  comenzar otra vez, han tenido que volver a empezar o tal vez algunos aun no saben por donde comenzar.

Para todos, es importante comprender que el éxito no es cuestión de no equivocarse, sino de perseverar y aprender de los propios aciertos, de los propios errores y de los ajenos. El éxito depende de pequeñas variaciones en lo que ya hemos hecho antes, o en la adaptación sutil de lo que otros hacen.  Eso  lo  hemos  aprendido  y  también  que    el  éxito  no  es  tanto  el logro de las metas, sino el logro de ellas conservando los valores, siendo fiel a uno mismo.

En mi caso, habiendo alcanzado la estabilidad laboral y profesional sentía, sin  embargo,  que  debía  cambiar  otra  vez.  Fue  entonces  cuando  decidí irme a  Chile,  a  realizar una maestría,  dejando  atrás  lo  que  había  logrado hasta entonces. Comenzaba otra vez.

Fui  a  Chile  y  cursé  la  maestría  en  Derecho  Público,  mención  Derecho Constitucional  en  la  Pontificia  Universidad  Católica  de  Chile,  una experiencia  de  vida  que  me  conectó  con  otras  personas,  ideas  y  cultura diferentes y me permitió contrastar mis ideas y mi práctica.

Completados  los  estudios  profesionales,  regresé  al  país.  Entonces  me involucré,  en  calidad  del  consultor  por  cuenta  del  Banco  Mundial,  en  la gestión  de  la  reforma  judicial  en  el  país.  Unos  meses  después  pasé  a formar parte  del Comisionado de Apoyo a la Reforma y Modernización de la Justicia, alcanzando incluso la condición de Director Ejecutivo. Pero las diferencias  de  enfoque  con  la  persona  que  ocupaba  el  puesto  de Comisionado,  concluyeron  en  mi  destitución  de  ese  organismo.  Otra  vez estaba como al principio, pero con más responsabilidades  personales: ya tenía una familia a mi cargo.

Inicié  labores  en  lo  que  en  ese  entonces  era  la  gestación  de  la  Escuela Nacional de la Judicatura y luego gané el concurso de oposición para ser el primer Director de la naciente institución.

Era una nueva responsabilidad, en algo totalmente innovador en el país. Y para abordar las nuevas tareas comencé a conectar en red a la Escuela con las  organizaciones,  experiencias  y  personas  que  trabajaban  objetivos,  medios y  procesos similares a los de la Escuela. Otra vez, trabajar en red me salvó,  me dio la  oportunidad  de  aprender  y  tener  éxito  en la  gestión del proceso de formación del personal del Poder Judicial, responsabilidad que desempeñé por doce años, hasta enero pasado.

Me gustaría destacar de estas experiencias que en la sociedad red, de la que  tanto  ustedes  como  nosotros    somos  parte,  esa  forma  de  actuar  en interacción  con  muchas  otras  personas,  es  lo  usual,  lo  cotidiano:  se interactúa  a  través  de  medios  y  redes  sociales,  a  través  de  otras tecnologías  de  la  información  y  la  comunicación  también;  se  interactúa con miles de personas en un espacio global y de esa interacción, utilizada inteligente  y  proactivamente  surgen  las  respuestas  acerca  del  cómo actuar.

Es decir que si revisamos nuestras experiencias personales o las de otros cercanos a nosotros veremos que en cuanto al  cómo actuar, en cuanto a los valores tendemos a coincidir y reforzarnos con comunidades virtuales, con  redes  e  interacciones  regulares  con  una  determinada  población  en cuyos criterios y modos de actuar nos reforzamos. La definición del cómo hacer  las  cosas  es  también,  en  estos  tiempos,  un  proceso  social.  Pero  al ser  interactivo,  dinámico  y  en  tiempo  real,  nos  permite  mantener  la fidelidad a nuestros valores y creencias, nos ayuda a mantenernos fieles a nosotros mismos.

Es  que  vivimos  una  realidad  virtual  y  presencial,  incontenible  y  creadora de innovación social, económica, tecnológica y política. Esta realidad de la que somos parte, me fascina, porque hoy tenemos mucho más capacidad de acierto, hoy tenemos una infinitud de referencias para aprender y para enriquecer  nuestros  criterios  y  capacidades.  Y  hoy  el  efecto  de  nuestras limitaciones,  de  nuestros  fallos,  es  menor  porque  queda  diluido  en  las relaciones en red.

Quiero aclarar que en estos procesos personales no es que no haya habido traspiés, caídas. Las hubo. Pero el trabajo en red y el aprendizaje desde la propia experiencia es lo que nos ha permitido seguir adelante.

Ahora,  después  de  doce  años  dirigiendo  la  Escuela  Nacional  de  la Judicatura,  después  de  haber  logrado  cierta  comodidad  con  lo  que  se hacía  en  la  Escuela,  desde  enero  pasado  me  he  lanzado  a  una  nueva experiencia  personal  relacionada  con  la  sociedad  red  desde  el  sector privado  y  a  un  nuevo  compromiso  social  desde  la  actividad  intelectual  y política. Como todo comienzo es lento, exigente y duro. Pero me ilusiona, me apasiona porque es una cantera infinita de posibilidades.

Muchos  de  ustedes  se  encuentran  en  situaciones  similares.  Los  felicito  y los  abrazo  porque  somos  de  los  que  nos  estamos  atreviendo:  estamos viviendo  en  red.  Para  nosotros  no  hay  nada  más  importante  que  las personas.

Nuevamente  les  digo  que  el  futuro  ya  está  aquí.  Que  tenemos  las  herramientas para cambiar el mundo y para ser exitosos.

Les aseguro que tanto para ustedes como para mi, todo lo mejor está por venir. Y estoy seguro de que podemos contar los unos con los otros.

!Ustedes, graduandos, son una muestra de que se puede!

Muchas gracias

www.henrymolina.com
Henry@henrymolina.com

Publicad en Santo Domingo, fecha Sábado 2 de abril de 2011.

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