El camino de la transformación judicial: lecciones del Informe CEJA 2025 

13 de octubre de 2025

Esta semana hemos tenido oportunidad de leer el Índice de Congestión Judicial en las Américas 2025, presentado por el Centro de Estudios de Justicia de las Américas (CEJA). Es el primer estudio de su tipo que compara la eficiencia y capacidad de respuesta de los tribunales de primer grado en trece países de la región. Los datos confirman que la República Dominicana avanza con pasos firmes en la dirección correcta, pero también que los desafíos de transformación deben sostenerse y profundizarse en el tiempo.

El informe muestra que nuestro país redujo en un 30% su tasa de congestión judicial entre 2023 y 2024 y alcanzó una tasa de resolución de 0.97, superando los niveles previos a la pandemia. Esto nos ubica en el tercer lugar regional, solo detrás de Costa Rica y Perú. En palabras del propio estudio, “solo Costa Rica y República Dominicana registraron una variación positiva en su tasa de resolución entre 2023 y 2024”.  


Tomamos esto como un reconocimiento que refleja el trabajo de toda una comunidad judicial comprometida con la mejora continua, con proyectos como Tribunales al Día, el Plan de Reducción de Mora y la consolidación del Sistema de Gestión de Casos


Como hemos dicho en otras ocasiones, los estudios y barómetros internacionales no son un fin en sí mismos. Nos sirven para mirar nuestro desempeño con distancia, para evaluar con rigor y con humildad lo que estamos haciendo bien y lo que aún falta por mejorar.  

No los leemos como un examen externo, sino como una herramienta para seguir aprendiendo. Y este informe nos enseña algo muy claro: la República Dominicana ha logrado recuperar la capacidad de resolver casos al ritmo de su ingreso anual, pero todavía arrastra una carga estructural acumulada que exige nuevas reformas, nuevas ideas y una nueva cultura institucional. 

Los avances que hoy se reconocen son fruto de decisiones estratégicas: fortalecer la gestión, profesionalizar los equipos, promover la innovación digital y, sobre todo, situar a las personas en el centro de la administración de justicia. La tasa de resolución de 0.97 nos dice que estamos cerca del equilibrio (situación en la que damos salida a todos los casos ingresan en el mismo año), pero el índice de congestión (2.87) nos recuerda que aún debemos trabajar en profundidad para liberar el sistema de la mora estructural que se arrastra desde hace décadas. 

El CEJA proyecta que, si mantenemos el rumbo actual, la República Dominicana podría alcanzar para el año 2030 una tasa de resolución de 1.38, lo que la colocaría entre los sistemas judiciales más eficientes de América Latina. Esa meta no es una utopía. Es la dirección que ya hemos trazado en nuestro Plan Estratégico Justicia del Futuro 2034, donde los proyectos de modernización tecnológica y los programas de descongestión estructural se integran en una visión común: una justicia ágil, confiable y cercana. 

Pero no basta con digitalizar procesos o acelerar trámites. El verdadero cambio (como también subraya CEJA) pasa por transformar la cultura judicial: por reemplazar la burocracia por gestión, el formalismo por servicio y la distancia por empatía. Por eso, cada avance técnico debe acompañarse de una evolución ética, donde la eficiencia esté al servicio de la dignidad de las personas. 


Tomamos este informe como una señal de aliento, como señal de que vamos por el rumbo correcto, pero también como un recordatorio del camino que aún tenemos por recorrer.


Hemos demostrado que los resultados pueden mejorar cuando hay liderazgo, planificación y compromiso institucional. Ahora el reto es mayor: consolidar esos logros y convertirlos en una transformación irreversible. 

En los próximos años veremos el impacto de los proyectos que ya están en marcha: Tribunales al Día, Cero Mora, el fortalecimiento de la gestión digital y la incorporación progresiva de herramientas de inteligencia artificial y analítica de datos. Todo esto no solo aumentará la capacidad resolutiva del sistema, sino que permitirá algo más profundo: construir una justicia viva, capaz de aprender, adaptarse y responder con humanidad en tiempo real. 

La República Dominicana está dejando atrás la idea de una justicia lenta, distante o imprevisible. Lo que viene es una nueva etapa, en la que la eficiencia y la cercanía se unan, en la que cada decisión judicial contribuya a renovar la confianza ciudadana. Ese es el futuro que queremos y el que, paso a paso, estamos construyendo.  


Publicado en Listin Diario:

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