1961 a 60 años: el inicio del pago de una gran deuda con los héroes y mártires

29 de mayo de 2021

El presidente de la República, Luis Abinader, ha impulsado un acto de justicia restaurativa a través del Decreto 335-21, que dispone la conmemoración del 30 de mayo de 1961 como “Día de la Libertad”. Con el llamado nacional a un minuto de silencio por los héroes y mártires de aquella gesta heroica, inicia una serie de acciones en tributo a los hechos que pusieron término a la vida del tirano y la promoción de los valores democráticos en nuestro país. La resignificación de los monumentos, para conmemorar a los decapitadores del trujillato, marca un antes y un después en nuestro avance democrático. Propuestas de gran valor simbólico y memorial disponen una nueva mirada a sesenta años del fin de la dictadura trujillista.   

A través de mi padre, que estuvo en el exilio en Venezuela, donde fue parte de  los fundadores del Partido Revolucionario Social Cristiano y la Confederación Autónoma Sindical Clasista (CASC), tuve conciencia muy temprano del oprobio que representaba la dictadura de Trujillo. Así como del peso sobre nuestra identidad y nuestro devenir social, político y cultural de esos treinta y un años horrendos.   

Muchas son las lecturas que historiadores, intelectuales y analistas han dado a los hechos sucedidos la noche del 30 de mayo de 1961. Se han abordado antecedentes, datos, anécdotas, testimonios para reconstruir la gesta heroica, para ponderar la participación de sus protagonistas. A 60 años de aquellos hechos, no ha sido suficiente lo escrito para honrar a aquellos hombres y mujeres que arriesgaron todo para que nuestra nación encontrara el camino de la libertad. Es imposible cuantificar el valor de su sacrificio, que sirvió para que se derribara el terror que cercaba mente y corazones de dominicanos y dominicanas.  

Trujillo surgió y creció usurpando los poderes legítimos, falsificando la legalidad y doblegando voluntades, utilizando violencia paramilitar y militar para hacer valer sus apetencias y voluntad. Impuso su proyecto político robando, desintegrando instituciones, exiliando, torturando, desapareciendo y asesinando opositores, violentando y envileciendo familias, llenando el territorio de tumbas masivas, conculcando y suspendiendo derechos a su voluntad.   

El día 30 de mayo fue consumada la acción valerosa, resultado de la planificación clandestina de diversos grupos de conjurados. El grupo de acción, el grupo político y el grupo militar tuvieron distintas responsabilidades. La conjura implicaba partes que no llegaron a materializarse. Muchos historiadores coinciden en que incluía los siguientes puntos: ajusticiar al dictador, apresar a sus familiares para permitir que el cambio de la estructura de poder hiciera posible un llamado a elecciones con garantías reales.  

Todos los miércoles Trujillo viajaba a San Cristóbal con su chófer. Y el plan era enfrentarlo en uno de sus viajes acostumbrados. Sin embargo, por razones del destino tuvo que darse un martes. El teniente Amado García Guerrero y Miguel Ángel Báez Díaz eran quienes tenían que confirmar que Trujillo viajaría, por tener acceso a las cercanías del dictador. El primero tenía día libre como miembro del cuerpo de ayudantes militares, por lo que no pudo jugar el papel que le había sido asignado.  

Nueve personas conformaban el grupo de acción. Pero solo siete pudieron participar esa noche: Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, Amado García Guerrero, Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda Pimentel y Roberto Pastoriza.   

Tanto ellos, como el resto de los héroes y mártires del 30 de mayo (Modesto y Juan Tomás Díaz, Luis Amiama Tió, Miguel Ángel Báez Díaz, Tunti Cáceres Michel entre muchos otros) merecen el honor y reconocimiento de todos los dominicanos y dominicanas. Su valor y sentido de dignidad nos devolvió la libertad sentando las bases para la construcción de la democracia.   

Reivindicar los hechos del 30 de mayo, valorar a sus héroes en la dimensión de su valor y de la gran hazaña que se propusieron al ajusticiar al tirano para poner a operar un plan que, aunque fallido, daba un mayor peso y significado político a sus actos.   

Aquellos hombres y mujeres, sus allegados y parientes, nunca recibieron justicia. Al contrario, fueron re-victimizados por la actitud de instituciones y funcionarios públicos que, atemorizados por el aparato represivo o en complicidad con el régimen herido de muerte, dieron cuenta de un comportamiento abusivo, inhumano e injusto para con todos los perseguidos, despojados de manera ilegal de sus bienes, torturados y posteriormente asesinados o desaparecidos.   

Es preciso agradecer al presidente Abinader por impulsar un acto de justicia restaurativa a quienes ofrendaron sus vidas para que nuestra patria pudiera ser libre y nunca fueron resarcidos.   

Un minuto de silencio para no olvidar. Para que nunca más se repita y reflexionemos sobre el valor de la libertad. Asumamos la responsabilidad y el espíritu de estos grandes hombres y mujeres. 

Loor eterno a los héroes del 30 de mayo.   

Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios