175 aniversario de la Constitución

6 de noviembre de 2019

El país se viste de Constitución. Espacios de opinión, memoria de gestas, eventos sociales, académicos, institucionales y culturales. Todo huele a Constitución, y no es fortuito que así sea. Ya en los tiempos de Isócrates se decía que la constitución es el alma de los Estados.

En nuestro país ha costado mucho sacrificio mantener la constitucionalidad. Y el deber de todo dominicano y dominicana es honrar la Constitución. Hacerlo es necesario, porque esta, como fuente de sentido legal y social, representa el pacto principal con que nos acercamos al resto. Es ahí donde adquiere importancia su texto, en la posibilidad de individualizar en los demás las distintas figuras abstractas que sustentan la convivencia pacífica.

Nuestra Constitución reconoce prerrogativas de gran valor. A la hora de impartir justicia deben ser observadas y animadas en su dimensión. Porque aplicar el Derecho, justipreciar hechos a la luz de las leyes debe ser siempre con y desde la Constitución, para la Constitución. Pues es en ella donde residen las razones para compartir, para trabajar, para crecer y mejorar en conjunto. Fuera de sus marcos y fuentes de sentido poco hay para el Estado de Derecho y la República.

La doctrina dominicana se ha desarrollado saludablemente en materia constitucional. Haciendo avanzar de manera extraordinaria para la región, la concepción de las garantías, cada vez más asentadas y aportando a superar las tradiciones del pasado. El valor del precedente constitucional, su importancia, presenta una oportunidad para que nuestro sistema jurídico se robustezca. Las distintas corrientes del ejercicio y estudio del Derecho dependen directamente de la certeza posible sobre la materia constitucional. Es entonces una buena fecha para celebrar la Constitución, comprenderla como nuestra y respaldar la fortaleza del estudio y sistematización del precedente.

Hoy, 6 de noviembre, 175 años después, debemos enarbolar como nunca el conocimiento de la Constitución, su condición de escudo de la ciudadanía y espacio vivo de intercambio en el marco del respeto, para lograr objetivos en la sociedad. Es esa carta de derechos y deberes fundamentales el aval democrático del pacto republicano. Donde todo comienza en el Derecho y donde todo debe terminar.

 

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